Por: Mª Carmen Nieto León. Grupo Mujeres y Teología de Ciudad Real.
En la primera lectura se nos describe cómo Adán y Eva comen del fruto prohibido y cómo Adán acusa a Eva de ser la responsable de ese hecho. Él, que no tiene voluntad, se la come porque ella se la da. Así de fácil. Él pudo decir pero no dijo: “¡sí dame un bocado, que tiene buena pinta y tiene que estar muy rica!”. Simplemente la comió porque Eva se lo dijo…. Bueno pues aquí radica una de las principales culpas con la que hemos tenido que cargar las mujeres durante siglos dentro de la Iglesia. En definitiva a mí lo que me gustaría es que con este texto reflexionáramos sobre la capacidad de libertad que Dios nos ha mostrado siempre, desde la creación. Hombre y mujer nos creó y nos dejó libres para tomar nuestras propias decisiones, aunque a veces, esas decisiones no sean las acertadas.
En la segunda lectura San Pablo nos habla de cómo Dios nos resucitará y habla de cómo lo esencial es invisible a los ojos, que diría Antoine De Saint-Exupéry en el Principito. Nos habla de que nos dará una casa eterna en el cielo, porque lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno y eso es lo que tiene valor, un valor incalculable, eso es lo que tiene sentido en la vida, en nuestro interior, por eso hay que cultivarlo y cuidarlo para que germine, crezca y dé vida en abundancia. En el interior está lo sagrado, lo profundo, lo auténtico.
Ya en el evangelio, una vez más, tenemos muestra de que Jesús es un incomprendido. Justo creen que hace lo contrario de lo que está haciendo, pero él explica muy bien el sentido de todos sus actos. No se puede ir contra uno mismo. Dios ama a la familia humana y esa es la familia que hemos de defender todos, independientemente de la situación de la misma.
La familia humana hoy está sufriendo, sufren los refugiados, obligados a salir de sus casas y a sufrir la incomprensión de los países a los que llegan. Sufren las mujeres víctimas de la trata, que se ven sometidas y esclavizadas a través de sus cuerpos profanados. Sufren las personas que tienen que salir de sus casas por no tener dinero para pagar las hipotecas. Sufren las personas que llevan largos años en las colas del paro y echando cientos de currículos a los que nunca encuentran respuesta. Sufren los trabajadores que se pasan el día trabajando y con su salario apenas tienen para sobrevivir. Sufren los pensionistas que con sus ingresos no llegan a fin de mes. Sufren las personas sin hogar que deambulan de una ciudad a otra en busca de una motivación o una oportunidad para cambiar su vida. Sufren los jóvenes que ven su futuro tan incierto. Sufren….
Hay mucho sufrimiento en la familia humana, sí, pero tenemos una promesa de salvación, tenemos un anuncio del Reino de Dios, si todas las personas viéramos en el otro al hermano, a la hermana qué distinto sería el mundo, cuánto sufrimiento nos ahorraríamos… ese es el reto; convertirnos en la familia humana que quiere Dios. Hagámoslo posible, porque es posible.