La felicidad del Evangelio

Por: D. Cornelio Urtasun

Expresión única y feliz para poder saborear mejor “la felicidad del Evangelio”.

¿Dónde estuvo la originalidad de Jesucristo?. Quizá en que afrontó de manera contundente dos temas: los dos temas que al hombre, desde que el mundo es mundo, le tienen el seso sorbido: Felicidad, inmortalidad.

La felicidad, en el sermón de la montaña: (Mt 5, 1-12; Lc 6, 20-23)

La inmortalidad, en el discurso de la sinagoga de Cafarnaún (Jn 6,22-66) y en la resurrección de Lázaro (Jn 11,1-44).

En el primero dijo: TRAIGO LA FELICIDAD
En el segundo: YO SOY LA INMORTALIDAD.

La sensación fue tremenda porque a las palabras acompañaba los hechos: curaba enfermos, consolaba tristes, liberaba a los oprimidos…, en un palabra: por allí por donde iba pasaba haciendo el bien (Hech 10,38). Pensemos: Caná, el leproso, el centurión, los endemoniados de Gerasa, la hemorroisa …

¡Dios ha visitado a su pueblo! (Lc 7, 16). “Os anuncio una alegría inmensa” (Lc 2,10)

“Aquí viene la fuente de la alegría y la felicidad”.

La felicidad realidad mágica que hizo presa, aún en nuestros primeros padres, que no les faltaba nada. Apoyado en esa ansia de más felicidad, se insinuó astutamente el Maligno: ¿por qué no coméis? (Gn 1,1). Comemos… pero … (Gen 3, 2-4). “En ese árbol está la felicidad plena”. Y tras ella el hombre se juega la inmortalidad y la pierde, para sí y para todos los que después de él vendrían. ¿Qué tiene la felicidad que ha fascinado tantísimo a los hombres desde el principio?.

¿En que consiste la FELICIDAD, qué es la FELICIDAD?

La satisfacción, el logro, el alcance de aquellos grandes anhelos que han bullido siempre en todas las mentes, en todos los corazones, de los hombres y mujeres de todos los tiempos.

LA VERDAD
EL AMOR (AMISTAD)
LA PAZ (CONCORDIA)
LA VIDA
LA ALEGRÍA

LA VERDAD: todos los pueblos, todas las civilizaciones, han necesitado tener unos principios inconmovibles, por encima del tiempo y de las personas, en los cuales creer, para apoyar en ellos los fundamentos de su vida.

Han necesitado, no solamente verdades, sino la verdad.

Algo superior al ayer, al hoy, al mañana. El vacío moral, por falta de la verdad, es el más insoportable.

¿Qué es la verdad? (Jn 18,38). Es el símbolo del grito de la humanidad.

San Juan (1,14) describe a Jesucristo como “al Hijo único, lleno de gracia y de verdad”; “gracia y verdad que nos han llegado por medio de Jesucristo” (Jn 1, 17).

Jesucristo se presentó como LA VERDAD: “Yo soy la VERDAD” y proclamó: “Si os mantenéis fieles a mi Palabra… conoceréis la VERDAD Y LA VERDAD os hará libres…” (Jn 8, 31-32).

En manos de sus enemigos confesó lisa y llanamente: “para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad”.

Los que conocieron personalmente a Jesucristo se vieron electrizados por su VERDAD.

En el mundo entenebrecido en que apareció Jesucristo, empezó a brillar la LUZ verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.

EL AMOR ¿cómo descubrir el suplicio de los hombres sedientos de AMOR, incapaces de calmar la sed?.

El amor ¿dónde esta el amor? ¿Es que existe el amor?.

El santo y seña del Reino. El alma de la felicidad del Evangelio:

AMAR
AMAR a Dios con toda el alma
Amar al hombre, a todo hombre: amigo y enemigo; perseguidor o bienhechor.
AMAR, a todos, en todo momento, AMAR.

“Dios es AMOR” (1 Jn 4, 16).

¡Ved cómo se aman. “Nos hiciste para Ti y nuestro corazón está inquiero hasta que descanse en Ti” (San Agustín).

¿Qué decir de la eterna sed de AMOR que el hombre siente dentro de sí?

“El que beba del agua que yo le dé, ya no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en manantial de agua que brota hasta la vida eterna”

LA PAZ: Jesucristo, PAZ, según los Profetas, inauguró su Obra, trayéndola para todos los hombres de buena voluntad (Lc 2,14).

A sus discípulos les confió la PAZ para que la dieran generosamente allá por donde fueran (Mt 10, 12-13): “la PAZ sea en esta casa…” A sus discípulos atribulados los confortó diciendo: “tened PAZ en mi…” (Jn 16, 33).

Resucitado les saludó invariablemente: “La PAZ sea con vosotros”. (Jn 20,21). Y la Iglesia, hasta que Él vuelva seguirá repitiendo incansable e invariablemente: La PAZ del Señor…

¡Tengamos PAZ!

LA VIDA: tema íntima y trascendentalmente conexo con la inmortalidad. El hombre tiene un ansia irreprimible de vivir. El grito del salmista. “Yo no he de morir: yo viviré …”

Nada tan fundamental como el vivir y sobre-vivir. En el orden natural y sobrenatural.

Y de vivir con dignidad: como corresponde al Rey de la creación, a quien todas las cosas se pusieron a sus pies.

Jesucristo, remanso y manantial de VIDA, vino a traer la VIDA y a traerla en abundancia (Jn 10,10) porque Él es el PAN vivo bajado del cielo para dar la Vida al mundo (Jn 6, 22-66).

El mundo, los hombres, transformados por el Pan de la Vida; ¡cuánta hambre saciada!: ¡cuánta sed calmada.!

Es consecuencia de la felicidad del Evangelio.

LA ALEGRÍA: fruto directo de la felicidad, que es esencialmente expansiva. Necesita: Hablar, cantar, bailar… comunicar a los demás el gozo que siente dentro de sí. Si esto ha sido siempre así, hoy lo es mucho mas.

¿Dónde se encuentra la alegría. La verdadera alegría?

La vida de Jesucristo: de Nazaret al sepulcro, es una siembra portentosa de alegría.

Israel, desbordaba de alegría;
Los pastores, llenos del gozo de Dios;
Los esposos de Caná, irradiados por el milagro;

La vida entera de Jesucristo, en su ministerio de evangelizador, fue una cosecha formidable de gozo ininterrumpido. Es el SIGNO de que está siendo invadida la tierra por la FELICIDAD DEL EVANGELIO.

FELICIDAD DEL EVANGELIO también para los cansados de vivir y agobiados.

Mensaje único e increíble:
“Venid a mi …” Las puertas están abiertas!

Utilizamos cookies propias y de terceros, para realizar el análisis de la navegación de los usuarios. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso. Puedes cambiar la configuración u obtener más información aquí. ACEPTAR
Aviso de cookies
Translate »