Domingo 5º de Cuaresma, Ciclo C
Por: Conchi Ruíz Rodríguez. Mujeres y Teología de Ciudad Real
Debía haber mucha gente, y esta pobre mujer allí delante de tantas personas haciendo público su pecado. ¡Qué humillación tan grande! Seguramente no le importaba tanto el castigo, morir apedreada, como ver pisoteada su dignidad de esa forma. Igual les daba a maestros de la ley y fariseos el pecado de la mujer, simplemente, “la utilizan” para poner a prueba a Jesús y así conseguir sus fines.
La vida de las mujeres tenía poco valor. Esto de utilizar a las mujeres es una historia que viene de antiguo: utilizarlas para la explotación sexual, para sostener a las familias, para sostener a las economías, para perpetuar la especie,… pero ¿dónde estaban sus derechos y su dignidad como personas? Y hoy ¿se sigue utilizando a las mujeres?
Jesús escribe en el suelo, tarda en contestar… pero su respuesta trastoca todo el contexto.
Este texto del Evangelio me resulta tan reconfortante… Veo a la mujer perdonada por el Señor, con toda la ternura y naturalidad del mundo. ¡Cuánta delicadeza hacia una mujer, hacia una ciudadana de tercera…! Las acusaciones de los acusadores se volvieron contra ellos, empezando por los más viejos.
¡Qué importa la vida pasada!, nunca es tarde para cambiar, para empezar a amar, para perdonarnos a nosotras mismas y dejarnos perdonar, nunca es tarde para ser feliz, para recuperar la dignidad, … Hay todo un camino por recorrer.
¡Qué fácil es culpar a los demás, ver los defectos y las faltas ajenas!, ¡qué difícil ver nuestras faltas, defectos y las de los nuestros! Cuanto más avanzamos en edad más dobleces tiene nuestro corazón, perdemos esa lozanía e ingenuidad de la juventud y nos cuesta ser sinceros con nosotros mismos y con los demás.
Para mí que soy madre y me resulta tan difícil la tarea de educar, encuentro en este texto una gran enseñanza… Seguramente es una lección que la mujer no olvidaría jamás, pues se ha sentido perdonada, amada, reconocida, respetada… No es que Jesús le quite importancia al hecho, al contrario. Es una lección de educar desde la libertad. Vete, eres libre, pero no lo vuelvas a hacer más. La anima al cambio desde el reconocimiento y el perdón.
Cuando hablamos de educar en positivo ¿se trata de esto?, educar desde el amor, desde el reconocimiento de la persona, desde la posibilidad de equivocarse y volver a empezar, desde ese hacernos responsables de nosotros mismos y nuestros actos. Sólo el amor transforma y me transforma.
“No recordéis las cosas pasadas, no penséis en lo antiguo, voy a hacer algo nuevo…”
Hoy se nos invita a vivir desde la esperanza, es momento de luchar por la utopía, de buscar nuevos caminos, de aunar esfuerzos, de compartir, de empezar desde lo pequeño, de mirar con ojos nuevos la realidad porque, a pesar de tanta desesperanza, en nuestro mundo hay signos, gestos del Reino, hay mujeres y hombres que con sus vidas están haciendo posible el Reino de Dios entre nosotros.