“Lo Que Dios Tenía Previsto”

Lo que Dios tenia previsto
Domingo XXVII TO
Por: Dionilo Sánchez Lucas. Laico de Ciudad Real

Textos Litúrgicos:

Is 5, 1-7
Sal 79
Flp 4, 6-9
Mt 21, 23-43

 

“Dios envía a su Hijo para que todo volviera a ser como lo había previsto”

Al principio creó Dios la tierra, se formaron las nubes, cayó la lluvia, corrieron los ríos, crecieron los arboles en las montañas, se regaron los campos, nacieron las plantas y los animales.

Se había creado la tierra fértil para plantar los sarmientos que se transformarán en cepas para formar una viña esplendorosa que diera abundantes frutos, realmente queremos decir que se creó la tierra para que la habitara la humanidad, disfrutara y compartiera los bienes abundantes, admirara su belleza, agradeciera la generosidad divina, rigiera el derecho y la justicia, reinará la paz y la fraternidad.

Una vez plantados el hombre y la mujer en la tierra buena, habiendo seleccionado las mejores plantas, Dios espera obtener los mejores frutos. Pero considera que una vez creados debe otorgarles la libertad, para crecer por si mismos, compartiendo el espacio disponible, no aprovechándose unos de otros, buscando el bien común, agradeciendo lo recibido, festejando y alegrándose con los otros miembros de la comunidad universal.

Pronto la libertad recibida no fue bien entendida, ni por las vigorosas cepas plantadas referidas en la lectura de Isaías, ni por los labradores de la viña del Evangelio de Mateo, que son lo mismo, son el hombre y la mujer, apartados de Dios; las cepas plantadas no dieron buenos frutos, sino uvas agraces; los labradores querían quedarse con todos los frutos recogidos y no dar su parte al dueño de la vid para compartirlos con sus criados y sus gentes.

Dios había pensado en la mejor humanidad, pero los frutos comenzaron a ser malos, las personas egoístas; se preguntaba que cabría hacer que no hubiera hecho. Su primera respuesta fue despreocuparse, dejar de cuidarla, abandonarla, porque había deseado la paz, la justicia y el amor, a cambio había obtenido lamentos y sufrimientos.

Pero también la humanidad se desespera porque cada vez es mayor el llanto y la tristeza, el hambre y la sed, las injusticias y guerras; pide a Dios una nueva mirada, derribar a los poderosos y proteger a los elegidos; volver a la vida digna, restaurar la paz y la justicia, encontrar la salvación.

Dios escucha a su pueblo, envía a su Hijo para que todo volviera a ser como lo tenía previsto, pero el poder establecido y los privilegiados no quieren que nada cambie, por eso pensaron que con matarlo sería suficiente; pero Dios sigue amando a su pueblo, por eso resucitó a su Hijo, para convertirse en la piedra angular sobre la que asentar el Reino de Dios.

Siguiendo las palabras de San Pablo a los Filipenses, no vivamos angustiados, permanezcamos alegres, seamos bondadosos; el Señor está cerca y nos escucha en nuestra oración.

Jesús viene para hacer realidad el Reino de Dios en la tierra, lo que Dios tenía previsto, que acompañará a los hombres y mujeres que procuren la justicia, trabajen por el bien común, cuiden la tierra y practiquen la fraternidad, y estará entre los pobres y sencillos, con los sufrientes y excluidos.

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