“Luz para Alumbrar las Naciones”
Presentación del Señor en el Templo.
Por: Rosa Mª González.Vita et Pax. Tafalla

Luz para Alumbrar las Naciones

 

Textos Litúrgicos:
Mal 3,1-4
Sal 23
Lc 2,22-40

En este día celebramos muchas cosas: La purificación de María, la presentación de Jesús en el templo, la fiesta de la candelaria y la jornada de la Vida Consagrada. Unas se han ido añadiendo a las otras y en cada país y cultura se pone más el acento en una u otra pero las figuras centrales son las de María, José y el Niño que el evangelista Lucas nos ha ido narrando en el capítulo segundo desde el día de Navidad.

Jesús va al templo con sus padres para ser fieles a la ley cuando se cumplen los días de la purificación. Lucas nos explica en qué consiste esa ley, pero curiosamente no nombra a ninguna persona que la represente. Es significativo que las dos figuras a las que les pone nombre significan algo muy diferente. “Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el espíritu Santo estaba con él”. Se deja guiar por ese Espíritu que le comunica que vería al Mesías del Señor antes de su muerte. Vive fielmente su vocación y llega el día esperado; Simeón no se conforma con verlo, lo coge en sus brazos bendiciendo a Dios y proclamando algo maravilloso: Jesús es el Salvador, presentado ante todos los pueblos, luz para alumbrar las naciones y gloria del pueblo de Israel.

Simeón ya puede morirse en paz; sus ojos han visto al Salvador, lo ha abrazado, y lo ha presentado en el templo, anunciando que Jesús sería signo de contradicción y María iba a sufrir. María y José guardan silencio, solo estaban admirados de lo que decía de su hijo.

La otra figura es mujer y, curiosamente, le pone nombre, familia y tribu a la que pertenece. Es una mujer profetisa, anciana, viuda y no se apartaba del templo. Cumple su misión sirviendo a Dios, alabándole y hablando del  niño  a todos los que aguardaban la liberación de Israel.

Todo da sentido a la vocación de cada persona; lo importante es vivir en fidelidad  al Señor que se nos presenta hoy frágil pero que le reconocen los que se dejan conducir por su Espíritu; le adoran y lo proclaman como Luz para alumbrar a todas las  naciones. Y a eso nos sigue llamando, a seguir nuestra vocación y a ser fieles, como Simeón y Ana hasta el final de nuestros días. Nuestra misión es acercarnos a esa Luz que nos muestra el camino a seguir, ESCUCHANDO hacia dónde nos dirige, con los ojos bien abiertos para descubrir las necesidades más urgentes, para realizar lo poco o mucho que podemos hacer para paliar el sufrimiento. Para proclamar que el Señor es la luz que alumbra a todas las naciones.

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