Por: Secretariados de Espiritualidad y Formación. Vita et Pax.
Del 4 al 17 de agosto 2014 hemos celebrado en El Escorial (Madrid) nuestra LXII Convivencia anual. Ha sido un tiempo precioso para descansar, rezar, compartir, ponernos al día a través de la formación permanente… Hemos dejado caldear nuestro corazón para que, en el próximo curso, la acogida y el encuentro puedan darse con la mejor calidad. Este año, el lema ha sido “Irradiadoras de Vida y artífices de Paz en el hoy de la historia”, tomado del primer objetivo de nuestra VIII Asamblea.
La Convivencia dio inicio con la acogida de M. Victoria Cañas, Directora General, y sus palabras: Bienvenidas todas, las de lejos y las de cerca, a esta nuestra 62 convivencia que de nuevo nos reúne en este espacio tan conocido y familiar para nosotras. Nuestro pensamiento vuela también a aquellas que por circunstancias físicas, de edad, familiares o de misión no pueden participar este año junto a nosotras.
Un recuerdo especial a las que este año nos dejaron y ya gozan de la vida plena junto al
Padre: a Gloria que se fue apagando entre sonrisas y agradecimientos, a Rosario que se fue serenamente, bien consciente de su proceso, a Lolin que tan gran sorpresa nos dio, cuidadora sin dar tiempo a que la cuidaran, y por último a Salomé que hace un mes nos dejaba con la misma discreción con la que había vivido.
Año de Acción de Gracias por las que celebran bodas de oro y plata de su Oblación, Maisefa, Carmen Ponga, MªJesús Pascual, Patricia, Marita y Catarina. Por las que con entusiasmo y juventud presentaron su primera oblación al Señor: Odette y Seraphina; por esos nuevos brotes, Lety y Cinthia en tierras guatemaltecas, y por los grupos de Vida y Paz con los que compartimos fe y vida.
… Nosotras, aunque somos pocas, estamos presentes en lugares donde las diferencias sociales son cada vez mayores: la injusticia, la violencia conviven más o menos encubiertas (Rwanda, Brasil, Guatemala), donde las gentes son desahuciadas de sus viviendas, pierden sus empleos, aumenta la corrupción y los empobrecidos (España), ponemos vallas y alambradas con cuchillas para disuadir a los emigrantes que buscan una mejor vida, (Melilla) (Marruecos).
Estemos donde estemos, siempre podemos tener los ojos bien abiertos a la realidad, dejarnos afectar e interpelar por ella, e incluso “indignarnos” ante tanta injusticia. Y al mismo tiempo saber encontrar tantas semillas de vida en los que nos rodean, sean o no de nuestro mismo credo o ideología porque allí también está la vida y actúa el Espíritu.
Aportemos nuestro granito de arena y unámonos a tantas personas e iniciativas que siguen surgiendo en nuestra sociedad para hacer realidad otro mundo. Nuestro seguimiento a Jesús debe dar razón de nuestro estilo de vida y esperanza…
Un momento importante de la Convivencia fue la presentación y entrega del segundo volumen de la Historia de Vita et Pax, que Carmiña Álvarez está elaborando. Esta parte comprende del año 1951 al 1966 y ha sido titulada “En extensión y en profundidad”. Según la propia autora es una etapa de crecimiento interno y externo, de ahí la razón del título.
También nos acompañaron dos profesores que nos ayudaron a profundizar en dos temas diferentes aunque relacionados. El profesor José Eizaguirre con su cursillo: Interdependencia entre nuestro modo de vida y el empobrecimiento de los demás y el profesor José A. Badiola Sáenz de Ugarte que expuso Teología del don.
La fiesta de la Asunción fue celebrada con alegría y esperanza. María siempre es motivo de compromiso y renovación de nuestro discipulado. Como ella, queremos seguir dando al mundo, en el siglo XXI, el Salvador. Y tres compañeras nos expresaron cómo lo hacen en su vida cotidiana. Dina desde su compromiso con los pueblos y las gentes de África y más en concreto Ruanda; Pepa con su trabajo en Manos Unidas y su acogida a personas con problemas de droga y Paky con su trabajo y su presencia en la cárcel.
Sí, ciertamente, hemos tomado nueva energía para seguir haciendo eso que queremos hacer: dar al mundo el Salvador dándonos a nosotras mismas, o como nos decía el P. Cornelio, nuestro fundador: El carisma de Vita et Pax. lleva, no solamente a seguir e imitar a Jesucristo, sino a encarnarle en nosotros, a revivir en nosotros sus grandes actitudes de donación, entrega, inmolación para la vida del mundo…