Retiro de Primavera 2016
Por: M. Carmen Martín. Vita et Pax. Madrid.
Como viene siendo habitual, el Instituto Vita et Pax organiza en Daimiel (Ciudad Real), el Retiro de Primavera. Este año coincidía con la fiesta de Pentecostés, el 14 y 15 de mayo. Allí fuimos, convocados por la Ruah, dieciséis personas. Estábamos miembros de cuatro Institutos Seculares diferentes, personas casadas, otras solteras, mujeres, hombres… La variedad es un distintivo de este Retiro. Es muy enriquecedor porque la diferencia la vivimos como riqueza.
El tema no podía ser otro: la misericordia. Y la invitación del Espíritu en cada espacio de oración era a “misericordear”. Misericordia es la palabra clave que revela a nuestro Dios. La confianza absoluta y constante de Israel en el amor misericordioso y tierno de Yahve se manifiesta en cada una de las páginas de la Biblia. Pues bien, este amor misericordioso de Dios se ha hecho visible y tangible en Jesús.
Hay quienes invocan la misericordia como subterfugio para justificar la impunidad. Están equivocados. En su etimología latina misericordia tiene que ver con corazón y con pobreza. Es decir, quien tiene misericordia posee un corazón que se pone de parte de los pobres. La misericordia no es permisiva. Eso sería banalizarla. La misericordia acerca el corazón, pone el corazón en la miseria del otro, de la otra. Por eso, la misericordia duele. El corazón sufre cuando se acerca a la miseria de la otra persona.
Por otra parte, la misericordia conduce a la alegría. Nos lo enseña Jesús en esas parábolas de la misericordia del capítulo 15 de San Lucas. En concreto nos cuenta la alegría de una mujer que ha perdido una moneda, se pone a buscarla cuidadosamente y la encuentra. Y dice Jesús: ¡Así es Dios! Como esta pobre mujer que pone la casa patas arriba buscando su moneda y cuando la encuentra le brota la alegría, el compartir, la fiesta.
Una alegría que hace ligera la carga, que no guarda memoria de lo perdido sino gozo por lo encontrado, que necesita comunicarse y que tiene que ver con estar en camino, buscando. ¿No es eso lo mismo que hace Jesús cuando nos ha encontrado, cuando estábamos perdidos y nos ha hallado y necesita comunicarlo al Padre y a los otros, celebrando el banquete con su propio cuerpo?
Precisamente, con la celebración de la Eucaristía concluimos el Retiro, nos animamos a “misericordear” en nuestra vida cotidiana como lo hizo Jesús y nos dimos cita para el año que viene.