Domingo 10º T.O. Ciclo C
Por: Faustino Vilabrille. Asturias
Hay un hecho muy importante en el mensaje de Jesús que los Evangelios destacan sobremanera: la sensibilidad extraordinaria de Jesús ante los sufrimientos y necesidades de los demás, y muy especialmente si estos son pobres e indefensos. Tal es el caso de las viudas, que además de ser mujeres encima eran viudas, y por eso mismo doblemente vilipendiadas, abusadas, y despreciadas. Es por lo que aparecen con frecuencia a lo largo de la Biblia, a las que Dios protege de forma especial, porque lo necesitaban más, equiparándolas a los extranjeros y a los huérfanos, porque en aquellos tiempos eran personas, y en muchos países también hoy, especialmente necesitadas, marginadas y explotadas. En muchos países del Tercer Mundo, si una mujer tiene un hijo discapacitado, el marido la abandona porque élla hizo algo “malo”que no le confesó a él. Ahí la deja sola. ¿Qué pasa ahora mismo en España con los inmigrantes? Son los más pobres y a los que se les recortan más servicios. Leemos en la Biblia:
Deuteronomio 10:17-18: “Dios es grande, poderoso… que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido.” ¿La justicia es igual para todos? ¿Van igual a la cárcel los ricos que los pobres? ¿Qué diferencia hay entre el que puede pagar abogados o el que tiene que llevarlos de oficio? ¿Reciben el mismo trato los grandes ladrones que los pequeños hurtadores que no tienen para comer?
Deuteronomio 24:17-21: “Dice Dios: No torcerás el derecho del extranjero ni del huérfano, ni tomarás en prenda la ropa de la viuda”. ¿Cómo estamos tratando a los inmigrantes? ¿Por qué los devolvemos a la misma miseria de donde han salido? ¿No son acaso miserables allí porque con nuestras multinacionales les quitamos sus tierras, sus materias primas, explotamos por unos céntimos su mano de obra? ¿Qué hacen en la India, en Brasil o Argentina los zaras, los mangos, los del corte ingles, los pumas, los toppers, los benetton, los primark, etc. (Información de la ONG Alameda y la CGT, etc.)
Deuteronomio 26:12-13: “Dice Dios: De tus frutos darás también…al extranjero, al huérfano y a la viuda”. Los bienes de la tierra son para todos los hombres, y no para que unos pocos lo acaparen todo y dejen a los demás sin nada. Cada vez hay más desigualdad entre países y personas. Esta desigualdad aún es más grande entre los ricos de los países pobres y los pobres de los países pobres.
Deuteronomio 27:19: “Maldito el que pervirtiere el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda. Y dirá todo el pueblo: Amén.” Solo el pueblo unido será capaz de no ser vencido por los poderosos de este mundo.
Isaías 1:17 “Oíd una palabra de parte de Dios: Aprended a hacer el bien; buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.”
Los de arriba, políticos, eclesiásticos, etc., hablan mucho de paz, pero no de justicia, porque hablar de paz les suena bien a los de arriba y a los ingenuos de abajo, pero hablar de justicia suena mal a los de arriba porque abre los ojos a los de abajo.
Sin conciencia crítica ante la realidad concreta de cada situación histórica, es imposible una fe adulta y madura coherente con el Evangelio
Jeremías 7:6-7: “Palabra de parte de Dios:… y no oprimiréis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este lugar derramaréis sangre inocente”.¡Cuánta sangre inocente, es decir, cuánta muerte violenta, cuánto asesinato, cuantas víctimas inocentes en las guerras que ni las causaron ni las quisieron, pero mueren injustamente por ellas, cuántos miles personas, sobre todo niños, mueren a diario de hambre: es el asesinato más grande que nunca ha habido la historia de la humanidad porque hoy hay de sobra para todos! Son el cuerpo de Cristo ensangrentado y muerto en los asesinados de hoy por el hambre injusta de la crisis, la emigración, los desplazamientos, las injusticias, causados por empresarios especuladores, multinacionales voraces, bandidos financieros, organismos al servicio de los grandes como el BM, el FMI, o la OMC, que están convirtiendo este mundo en salvaje, cruel y horroroso para muchos millones de seres humanos.
Jesús sigue esa misma trayectoria en su mensaje. En este pasaje de hoy le vemos sentir compasión de este viuda, no quiere que llore, y le devuelve vivo a su hijo: el sufrimiento, el dolor y el llanto, son a veces condición de la vida humana de este mundo, pero si son injustos e innecesarios, son contrarios al hombre y por tanto al mismo Dios, y no solo los del hombre, sino también los de los demás seres vivos de la creación. Donde hay justicia, está Dios, donde no la hay falta Dios.
En otro pasaje del Evangelio (Lucas 18, 1-5) cuenta Jesús que en una ciudad había un juez que no respetaba ni a Dios ni a los hombres, y una viuda que le clamaba: “Hazme justicia contra mi adversario”, pero el juez no le hacía caso, hasta que un día, cansado de oírla, decidió hacerle justicia. Millones de gritos, cada día más fuertes y doloridos, nos llegan de los países pobres a los países ricos, pidiendo que les hagamos justicia, que nos los explotemos más, que no vayamos como los chinos o lo emiratos árabes derribando sus chabolas, quitándoles sus tierras, obligándolos a marchar sin rumbo en busca de otro asentamiento hasta que lleguen otra vez los buldozers y los echen de nuevo, como está pasando en Runda para producir alimentos para sus países, no para los ruandeses; o en el Congo, para explotar su coltán para nuestros móviles, ordenadores, aparatos electrónicos, armas de guerra, que luego les vendemos, etc., lo cual hasta provoca guerras sin parar entre ellos mismos, además de explotarlos como mano de obra barata y esclava. Otro tanto hacen las multinacionales de EE.UU. y Canadá en Centro y Suramérica. Lo pudimos ver con nuestros propios ojos y hablar con los indígenas que dormían de noche debajo de unos simples plásticos, turnándose en la vigilancia para que esas multinacionales no les invadiesen furtivamente sus tierras. Estos mismos días nos escribió una joven indígena muy comprometida en la lucha por la defensa de la tierra, contando como uno de esos vigilantes fue mal herido. Dice textualmente: “… pero hemos tenido agresiones por parte de los supuestos dueños-finqueros por el trabajo que hacemos en defensa de derechos especialmente por la recuperación de tierra que por derecho ancestral nos corresponde (el lugar donde nací, donde nacieron mis padres y ahí trabajaron por mucho tiempo ), precisamente hoy fue agredido un compañero y esta grave pero estas intimidaciones no nos paralizan, seguimos luchando”.
Finalmente Jesús destaca la generosidad de aquella viuda que echó en el templo todo lo poco que tenía para vivir, mientras que otros ricos echaban cantidad, pero de lo que les sobraba. Por eso Jesús concluye: Esta viuda pobre ha echado más que todos. Una vez más tenemos que decir: hoy hay de sobra para todos, tenemos que gritar como aquella viuda, pidiendo justicia, exigiendo leyes justas y que con justicia las apliquen los jueces, en el orden nacional e internacional.
Seguir a Jesús exige una opción preferencial por los más pobres y necesitados. Sin hacerlo así es imposible ser discípulo de Jesús.