Domingo XXII del T.O.
Por: Maite Menor Esteve. I.S. Vita et Pax. Guatemala
Textos Litúrgicos:
Jr 20, 7-9
Sal 62
Rom 12, 1-2
Mt 16, 21-27
No Se Puede Nadar Entre Dos Aguas
La liturgia de este domingo es tremendamente, cuestionadora, es una pena que pasemos de puntillas por ella sin profundizar, sin meternos de lleno en lo que significa y en la invitación que nos hace, a los cristianos y cristianas, a vivir desde el evangelio de Jesús, sin dejarnos llevar por un ambiente o por una cultura que nos aleja, cada vez más, de su mensaje original.
Esta cultura global en la que vivimos, nos obnubila tantas veces y nos hace olvidadizos y olvidadizas de las palabras de Jesús. Se nos olvida que Jesús nos sedujo en algún momento de nuestra historia y decidimos ser seguidores y seguidoras de él. El profeta Jeremías nos lo recuerda en la primera lectura: “Me sedujiste Señor, y me dejé seducir; fuiste más fuerte que yo y me venciste.” Hoy puede ser un buen momento para recordar esa seducción, esa atracción que nos cambió la vida. ¡Ojalá! Hoy pueda ser un tiempo de conversión.
Ser coherente con la vida y mensaje que Jesús nos transmitió no es fácil, es más, en ocasiones puede ser muy difícil, nos puede llevar a ir contra corriente, a que se rían de nuestras actitudes, elecciones, palabras o hechos, puede que hasta se burlen o nos desprecien… Pero hay que tomar partido y no podemos nadar entre dos aguas. Jesús increpa a Pedro, en el evangelio de hoy precisamente, por adecuarse al mundo en el que vive, por escoger lo fácil, lo cómodo, lo que no complica, y olvidarse de vivir de acuerdo a lo que Di*s quiere. “Tú piensas como los hombres, no como Di*s” ¿Nos increpará también a nosotras y nosotros?
El mensaje de Jesús es claro, nos llama a sumergirnos de lleno en la vida social, con sus problemáticas, sabiendo mirar para discernir desde la Ruah, para denunciar abusos y atropellos que dañan y merman la dignidad y la vida de las personas, en especial de los más vulnerables. ¿Es así como miramos lo que sucede a nuestro alrededor más cercano y también lo que ocurre más allá de nuestras fronteras? ¿Nos implicamos para ser conscientes y que no nos resbale lo que pasa en nuestro mundo?
Jesús miró a esas gentes que eran atropelladas por los grandes y poderosos y se compadeció de ellas, denunció los abusos a los que eran sometidas y anunció una nueva manera de vivir en la que todos y todas tuvieran los mismos derechos y oportunidades de vida plena.
Vivir y ser coherente con el mensaje y vida de Jesús nos traerá complicaciones y dificultades, eso es lo que anuncia Jesús en el evangelio de hoy, “el que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”, una cruz que es consecuencia del seguimiento de Jesús, de implicarnos con lo que pasa en este mundo, de denunciar los abusos, las injusticias, los intereses partidarios y egoístas de los que abusan de otros y otras. ¿De qué nos sirve vivir tranquilas, cómoda, sin complicaciones, si en el fondo de nuestro ser no nos sentimos felices ni plenas porque vivimos disociadas de la opción que un día hicimos?
No todo el que diga Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que viva de acuerdo a lo que Di*s quiere y eso lo sabemos por la vida y mensaje de Jesús. Hoy puede ser un buen día para retomar la opción hecha, la palabra dada, y dejarnos nuevamente, seducir por Jesús, por todo lo que dijo e hizo.
Nuestro mundo necesita mujeres y hombres que vivan con entusiasmo, con autenticidad, con honestidad, que se compadezcan y que se embarren con las problemáticas y sufrimientos de los y las demás.
Que la Divina Sabiduría nos dé la fortaleza y el coraje para anunciar la vida digna y plena que Jesús anunció. No se puede nadar entre dos aguas