Nuestro mundo necesita salvación y liberación

4º Domingo de Adviento, Ciclo A

Por: Maite Menor Esteve. Vita et Pax. Guatemala

Con este domingo terminamos el Adviento, ese tiempo en el que se nos invita a renovar nuestra esperanza en una utopía feliz, fraterna y justa para toda la humanidad. Jesús viene a mostrarnos el camino con su vida y su mensaje.

Sin embargo, en estos momentos históricos, nuestro mundo está más convulso de lo habitual. Las malas noticias, para las mayorías, son una triste realidad. El neocapitalismo salvaje, denunciado por el papa Francisco, sigue dominando el mundo; los gobiernos recién electos, tanto de EE.UU como de España, no auguran la búsqueda del bien común. Me pregunto ¿qué hemos entendido, los cristianos, de la vida y mensaje de Jesús, que seguimos eligiendo gobiernos que, además de corruptos, van a seguir enriqueciendo a los poderosos y ricos? ¿Cómo vamos a poder celebrar el nacimiento de Jesús, si vivimos y votamos al margen de su mensaje y vida? ¿Cómo vamos a cambiar las estructuras de pecado si no es desde opciones políticas y económicas? Solo con limosnas y donativos a nivel personal, no vamos a cambiar el mundo.

Nuestro mundo necesita salvación y liberación. El evangelio de Mateo nos dice que Jesús viene a salvarnos, hemos de reflexionar de qué nos tiene que salvar, tanto a nivel personal como social.

Necesitamos renovar la esperanza en este nuevo Adviento, de que otro mundo es posible. Necesitamos al “Dios-con-nosotros” que nace de María, para que anime e impulse nuestro compromiso de trabajar por la humanización de nuestro mundo.

Que en esta Navidad que se aproxima, en este cuarto domingo de Adviento, celebremos la utopía de la liberación de todas las estructuras que oprimen y nos esclavizan, Jesús viene para liberarnos de las cadenas de los poderosos, de las guerras fraticidas, de la injusticia y de las desigualdades, del maltrato a los inmigrantes y refugiados, de la violencia de género cada día en aumento.

Es una nueva oportunidad para despertar, en los cristianos y en las personas de buena voluntad, deseos de dignidad y respeto; de defensa de los oprimidos y de los que no tienen voz. Que este tiempo previo a Navidad, renovemos nuestras ganas de preparar un mundo donde sea posible la VIDA para todas y todos. Trabajemos para que la tierra sea un lugar de fraternidad y sororidad, y la humanidad entera pueda gozar de todos los bienes que la madre tierra generosamente, nos regala, sin exclusiones.

Dejémonos llenar del Espíritu que impulsó a María de Nazaret y trabajemos por el sueño que Dios tiene sobre la humanidad: la construcción de un mundo nuevo donde habite la justicia, la paz y la vida digna para todos los hombres y mujeres. Acojamos como María la invitación de Dios y hagamos de este mundo un hogar para todos y todas “para que renazca la justicia y la paz”.

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