Por: D. Cornelio Urtasun
Se desborda el Océano de la Vida. Viene el Espíritu Santo para convertirnos a cada uno de nosotros en un pequeño manantial de esa misma Vida…
¿Qué misión traes Espíritu Santo?:
Vengo a enseñaros toda Verdad, a iniciaros en todo.
Vengo a ser tu consuelo, a darte la paz, a inundarte de luz, a saturarte de Vida.
Vengo de parte del Señor a ser tu guía en este mundo.
Vengo a vivir en ti, para que no te sientas huérfano y abandonado de Aquel a quien tú quieres querer con todo el cariño de tu corazón.
Vengo a recordarte tantas cosas que Él os enseñó en su Evangelio y que sin mi ayuda os sería imposible tenerlas en cuenta, ni entenderlas en profundidad.
Yo soy el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesús, que es vuestra Vida y vengo a inundaros, a saturarnos de ella, a haceros manantiales de ella.
¡Ven Espíritu Santo!
Colma nuestros corazones.
Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
El es el Padre de los pobres, el dador de los dones, la luz de los corazones.
El, el Consolador incomparable, el descanso confortable.
Ven a enseñarnos toda la Verdad, como Maestro. TODO nos lo tienes que enseñar. Enséñanos sobre todo a vivir de la Vida de Jesucristo, a plasmar en nosotros toda la manera de ser y pensar del Maestro. A ser altavoces de su Palabra, a vivir de su vida de oración, de su generosidad…
La acción del Espíritu en nuestras almas es algo tan interrelacionado con la espiritualidad Cristocéntrica y Eucarística que no puede entenderse sin la inclusión del Espíritu Santo.
Nos recuerda San Pablo a los Gálatas 4,19 “¡hijos míos! Por quienes sufro dolores de parto hasta ver a Cristo formado en vosotros”.
De esta manera caminamos a la plena cristificación, a la vida de identificación con Jesucristo.
La configuración de Jesucristo dentro de nosotros se realiza a través del Espíritu Santo. Lucas nos habla de la primera configuración de Cristo en la persona humana, obra maestra del Espíritu en María: “El Espíritu vendrá sobre ti…”
Es esa acción la que ha de configurar en nosotros las actitudes de Jesucristo, lenta e implacablemente, hasta que lleguemos a la configuración plena en que su vida se manifieste en nosotros.
Oigamos a Jesucristo en el capítulo 14 de Juan: “… Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, no os dejaré huérfanos…”
Jesucristo empeña su palabra de pedir al Padre al Paráclito, al Consolador para que esté con nosotros siempre. Es el eterno Huésped de nuestra alma.
¿Qué misión tiene?
Es la forma y la manera en que el Espíritu nos va imprimiendo, va potenciando nuestra mentalidad y va sincronizando nuestros pensamientos con los de Dios.
El va a dar testimonio de Cristo dentro de nosotros y va a ir enseñándonos el conocimiento
íntimo, trascendente, decisivo de Jesucristo, hombre perfecto, Dios cabal. El dará testimonio dentro de nosotros y nos irá capacitando para que demos testimonio perfecto.
¿Cómo actúa el Espíritu?
Con su acción extraordinaria simbolizada en Pentecostés y su acción ordinaria a través de los Dones.
Acción del Espíritu Santo en Jesús y en nosotros, a través de sus siete Dones. Qué nos da a través del:
* Don de Sabiduría:
El saborear las cosas de Dios, hacer realidad el salmo “gustad y ved ¡qué bueno es el Señor!”. Saborear el Misterio de la SantaTrinidad. Saborear la humanidad y divinidad, la amabilidad y benignidad. Quererlo y saborearlo.
* Don de Entendimiento:
Nos hace ver y entender las maravillas de Dios en tantas cosas que pertenecen al Reino de Dios. Ver y entender.
* Don de Consejo:
Hace que eso que hemos visto y saboreado lo comuniquemos a los otros.
* Don de Fortaleza:
Da el coraje de vivir, intrepidez para dar la cara, para dar testimonio de Jesucristo, de su verdad, vida y resurrección. Ser hombres y mujeres de una pieza, sobre todo al dar testimonio de la verdad.
* Don de Ciencia:
Capacidad de atisbar la armonía que El ha puesto en todas las cosas en su Creación, para que todo cante la alabanza de su gloria.
* Don de Piedad:
Pone el amor al Padre y al Hijo con amor de Hijos y hermanos.
* Don de Temor:
Nos infunde el temor filial hacia nuestro Buen Padre Dios. Conocer y ver a Jesús. No basta con ver a Jesús, hay que penetrarlo.
La “tarea” del ESPIRITU según Jesucristo:
Mostrarnos a Jesús (Jn 14,15,16 y 17)
Mostrarnos al Padre (Jn 14, 8-11)
No dejarnos huérfanos, haciéndonos sentir la paternidad de Dios Padre.
Nos ayuda a PERMANECER en el AMOR del Señor.
Nos ayuda a ser podados por el Padre, para glorificar al Padre y dar mucho fruto.
Nos enseña a vivir en Cristo Jesús.
Nos lleva a la intimidad de Dios, ya que nos cuenta por medio de Jesús, todo lo que Éste ha escuchado al Padre (Jn 15,15).
Contará las conversaciones de la familia de Dios (Jn 16,13).
Nos alegrará el corazón (Jn 16,22) y nuestro gozo será COLMADO.
Nos darála PAZ (Jn 16,33).
Nos consagra en la verdad (Jn 16,17).
La PAZ es el mensaje del Resucitado. Paz es el fruto del Espíritu y viene de la justicia, de la compasión, de la misericordia y de la comprensión…
La expresión de la paz es la reconciliación. Todo cristiano ha de ser instrumento de paz y reconciliación.