Tu granito de arena
XXII Domingo TO.
Por: Maite Menor. Vita et Pax. Guatemala
Textos Litúrgicos:
Dt 4, 1-2.6-8
Sal 14
Sant 1, 16-18.21-22.27
Mc 7, 1-8.14-15.21-23
Actualmente el mundo que nos rodea es poco halagüeño: la desigualdad en el acceso a la vacuna del COVID que deja en evidencia la poca solidaridad de algunos países que están acaparando las vacunas, la violencia machista que va en aumento, la corrupción a muchos niveles tanto en la clase política como a nivel empresarial, sin olvidar que el que puede se aprovecha porque el dinero ha dejado de ser un medio para convertirse, para muchos, en un fin en sí mismo a conseguir; desastres por el cambio climático que están afectando a miles de personas en el mundo, el tremendo problema de la migración, discriminaciones por el simple hecho de ser diferentes, guerras y un sinfín de etc. ¿Nos hemos parado a pensar hacia dónde queremos ir como humanidad? ¿Realmente podemos sentir satisfacción de cómo vamos? Personalmente no me siento nada satisfecha del avance que como humanidad estamos haciendo, más bien justo todo lo contrario.
Por eso este domingo XXII me parece que nos pueden hacer reflexionar los textos bíblicos, ya que son un llamado a la honestidad, a la honradez, a tener intenciones leales, a no difamar, a no aceptar sobornos, a vivir desde dentro, A NO SER HIPÓCRITAS. Todo un cuestionamiento que, si nos lo tomáramos en serio y no leyéramos los textos como sabidos, a lo mejor la Ruah nos movería por dentro.
¡Qué lejos estamos las personas que decimos seguir a Jesús de vivir en verdad como nos invitan los textos! En el mundo, aproximadamente, somos unos 2.400 millones de personas que nos comprendemos a nosotras mismas como “cristianas y cristianos”, es decir, como seguidores, practicantes o miembros de un camino abierto por Jesús. Me pregunto ¿Cómo es posible que con tantos millones que decimos creer en Jesús, tengamos el mundo que tenemos? Si en la oscuridad una simple vela es suficiente para iluminar ¿Cómo 2.400 millones no iluminamos? Después de XXI siglos, creo que algo no estamos haciendo bien o no hemos entendido muchas cosas que están en el evangelio.
Jesús nos invita a la novedad, a no hacer las cosas de siempre ni de la misma manera. Nos invita a distinguir qué cosas de la tradición dan vida y cuáles nos alejan de ella. Qué cultos o ritos están vacíos y son solo preceptos humanos aprendidos. Corremos el riesgo de quedarnos tranquilas y tranquilos porque cumplimos determinados preceptos o ritos, pero ¿nos miramos por dentro para ver qué nos mueve de verdad? ¿Tenemos envidias? ¿Difamamos o nos aprovechamos de determinadas personas? ¿Actuamos con honestidad y limpieza de corazón o manipulamos las cosas según nuestra conveniencia o intereses? Jesús les dijo a los fariseos: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. ¿Nos diría lo mismo a nosotros?
Jesús nos invita a la transparencia, a actuar desde dentro, a liberarnos de lo que no da vida ni está al servicio de la vida. Son las acciones lo que cuentan no los discursos ni las palabras vacías. Lo que Jesús quiere es que vivamos, en nuestra vida cotidiana, la solidaridad, la justicia, la compasión, la honestidad, la limpieza de corazón. La invitación es a construir un mundo más humano donde las personas, todas, podamos tener una vida digna sin discriminaciones de ningún tipo. ¿Te apuntas a poner tu granito de arena?
Tu granito de arena