Preparadle un Camino al Señor

Preparadle un camino al Señor
Domingo II de Adviento
Por: Cecilia Pérez. I.S. Vita et Pax. Valencia

 

Textos Litúrgicos:

Is 40, 1-5.9-11
Sal 84
2P 3, 8-14
Mc 1, 1-8

«Preparadle un camino al Señor »

Ya en la realidad del Adviento de 2023 e iniciado este recorrido de cuatro semanas previas a la Navidad, dos grandes figuras nos ayudan a profundizar en unas actitudes potenciadoras de la esperanza.

Isaías, el profeta que reivindica la consolación para el  Pueblo y más aún la amplía, la universaliza,  cuando dice pues el Señor vendrá a salvar a los pueblos y hará resonar la majestad de su voz con alegría en vuestro corazón.

Promesa de consuelo, de perdón, de reconciliación, de poderío y de ternura pues es como un pastor que reúne con su brazo los corderos y los lleva sobre el pecho.

Aquellas personas del siglo  VIII a. de C., esas otras que escuchaban a Juan el Bautista en los albores de la era cristiana y nosotros, mujeres y hombres del siglo XXI,  se sintieron y nos sentimos igualmente interpelados a preparar un camino al Señor. ¿Y por qué? Porque se le espera y estamos seguros de que viene.

De ahí toda esa retahíla de metáforas que ya Isaías, ya Juan, tomando las mismas palabras, nos presentan cuando nos piden allanad calzadas, levantad valles, enderezad lo torcido, abajad montañas y colinas.

Calzadas, valles, montes, colinas, terrenos pedregosos… ¿de qué estamos hablando? ¡Cuántas veces me lo he preguntado y mi reflexión me ha llevado a descender a lo más profundo del corazón para reconocer dónde radica mi aridez, dónde mis altozanos, esas actitudes donde puedo sentirme superior; dónde mis vacíos que debo rellenar y dónde lo pedregoso que me impide caminar!

Muéstranos Señor tu misericordia y danos tu salvación, nos hace repetir el salmista, desde la seguridad de la lluvia que hará caer la justicia como don para que nuestra tierra dé fruto abundante que nos haga capaces de vivir la fraternidad y paz tan queridas, con las cuales desearemos a todos esa “felicidad” tan llevada y traída estos días; que, como deseo, bien, aunque necesariamente debe trascender y hacerse compromiso real para que sea un bien compartido.

“Aviso a navegantes”, de nuevo, a través de Pedro (en la segunda lectura) que pedagógicamente nos habla de la paciencia del Señor ante las tibiezas y flaquezas humanas, y de su impredecible regreso, a nivel personal y también global.

La voz que clama en el desierto nos acompaña con su predicación y su humildad para que nos convirtamos y nos recuerda que en nuestro bautismo hemos recibido el Don del Espíritu Santo.

Qué regalo es el Adviento, qué invitación a la vigilia y a la oración, que alegría todavía contenida pero pronta a manifestarse a raudales.

Como ungidos por el Espíritu de Jesús hagamos este recorrido cuya meta es el encuentro con el que es Dios con nosotros, Príncipe de la Paz.

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