Puede Jesús contar con nosotros
Domingo XIX TO.
Por: Teresa Miñana. Vita et Pax. Valencia
Textos Litúrgicos:
1Re 19, 4-8
Sal 33
Ef 4, 30–5,2
Jn 6, 41-51
En la segunda lectura de este domingo San Pablo nos ofrece un programa de vida que nos puede ayudar hoy y siempre:
“Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor”
A mi estos textos siempre me producen alegría porque verdaderamente me ayudan en el seguimiento de Jesús y me dan pautas clarísimas y con palabras muy sencillas para la comprensión y para poder vivir la fidelidad a la palabra dada.
Y el salmo 22 está impregnado de alegría para poder aclamar y alabar la grandeza de Dios Padre. También concluye con una petición: “Que tu misericordia Señor venga sobre nosotros como lo esperamos de Ti”
Tanto la primera lectura como el evangelio hacen referencia al alimento de vida que es Jesús.
“El que coma de este pan vivirá para siempre” Jesús se ofrece como pan de vida eterna, como alimento que sobre pasa todo lo imaginado y esperado. Jesús al hacerse pan como alimento que no solo repara las fuerzas sino que redime y salva. Jesús nos dice: Yo me hago pan para daros vida eterna, comedme y sed uno en mí. Haceos vosotros también pan y sed alimento los unos para los otros.
El maná del Antiguo Testamento alimentaba el cuerpo, pero Jesús como pan de vida alimenta el espíritu, que no muere, esta es la gran diferencia. Jesús es el alimento de la verdadera vida El es pan partido y repartido.
Reflexionando sobre esta lectura de Juan, encontré este texto de Fray Marcos que explica mucho mejor y más profundamente que yo y por eso lo ofrezco para vuestra oración.
“Lo que no aguantaron aquellos judíos, seguimos sin aceptarlo nosotros. Un Dios involucrado en la carne, sigue siendo inaceptable, porque no es manejable ni se le puede adorar ni servir de forma abstracta.
La carne – incluida la de Jesús – sigue siendo para nosotros perversa. La Escritura dice que el Verbo se hizo carne, pero nosotros nos empeñamos en decir que la carne (de Jesús) se hizo Dios.
El Dios identificado con la carne – con toda carne – no interesa a los dirigentes, porque hace imposible la manipulación de un intermediario; y porque nadie puede actuar en su nombre. Pero es inaceptable también para los cristianos de a pie, porque nos impide la relación intimista y formal, que tanto nos atrae alejándonos de los demás.
Hemos convertido la misma eucaristía en cosa sagrada en sí, olvidándonos de que es, sobre todo, sacramento (signo) del amor y de la entrega a los otros. El fin de la eucaristía no es tanto el consagrar un trozo de pan y un poco de vino, cuanto hacer sagrado (consagrar) a todo ser humano, identificándolo con Dios mismo y haciéndole objeto de nuestro servicio y adoración.
Cada vez que nos arrodillamos estamos creando un ídolo. Dios no es objetivable. Cuando me arrodillo estoy poniendo a Dios de rodillas ante mi falso yo que intento potenciar.
Nos empeñamos en que, en la eucaristía, el pan se convierte en Jesús, pero la enseñanza del evangelio es lo contrario: Jesús se convierte en pan.
Al celebrar la eucaristía, no tengo que convertirme yo en Jesús, sino convertirme yo en pan, como él, para que todos me coman”.
Si Jesús no nos alimenta con su espíritu de creatividad seguiremos atrapados en el pasado, viviendo nuestra religión desde formas, concepciones y sensibilidades nacidas y desarrolladas en otras épocas y para otros tiempos que no son los nuestros, Pero entonces, Jesús no podrá contar con nuestra cooperación para engendrar y alimentar la fe en el corazón de los hombres y las mujeres de hoy.
Puede Jesús contar con nosotros