Domingo 21 TO. Ciclo C
Por: Conchi Ruiz Rodríguez. Mujeres y Teología de Ciudad Real.
El concepto de salvación, en ocasiones, ha parecido más una amenaza que un aliciente para la vida de fe y compromiso cristiano.
Se puede parecer a la dura carrera que emprendemos en un momento de nuestras vidas. Carrera en la que debemos saltar numerosos obstáculos y que tendrá su premio en la meta final. Como los atletas para participar en esta dura carrera debemos estar bien preparadas, realizar todos los méritos posibles o, de lo contrario, no conseguiremos llegar a la meta.
Las lecturas de hoy nos urgen a participar en esta carrera y, sobre todo, a ir bien preparadas.
Dice S. Pablo en la carta a los Hebreos: “… Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes y caminad por una senda llana…” y en el evangelio de S. Lucas dice Jesús: “Esforzaos por entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán…hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos”.
Mirando la vida de Jesús de Nazaret “la salvación” tiene otro sentido.
Se nos ha educado en la fe insistiendo demasiado en la perfección, en una agotadora carrera de esfuerzo personal dirigida a salvar dificultades y obtener méritos propios, para alcanzar en el último día el premio prometido: la salvación eterna.
La propuesta que hoy nos sugieren las lecturas es exigente. Jesús no se anda con rodeos, nos da un toque de atención ante la mediocridad y el ir tirando de nuestras vidas. Pasamos el tiempo dentro de los templos, de las comunidades, de los grupos, sin darnos cuenta de la propuesta nueva, comprometida y salvadora del evangelio. Se nos va la existencia sin experimentar el encuentro personal con Jesucristo.
El testimonio de vida que Jesús nos da es así de exigente. Su vida es entrega, pasión, especialmente por los últimos. Su vida es perderse, perder la vida que es lo más valioso que tiene, perderla por sus amigos, por todos y todas.
Hoy se nos pide iniciar este camino de perder la vida por los demás. Camino de gastarse, cansarse por los otros. Camino de buscar en nuestro interior para descubrir qué es aquello que nos hace más personas, qué es lo que nos impulsa a salir de nosotras mismas.
Os invito a buscar, a vivir esta Salvación que Jesús propone. Desde lo cotidiano y pequeño. Cada cual con nuestras circunstancias, nuestras cargas. Soltando lo que nos retiene, nos pesa, nos paraliza. Poniendo especial atención en los últimos, que también sean nuestros preferidos. Con decisión firme, desde el abandono y la confianza, porque nuestras fuerzas son limitadas, solas no podemos. Desde el encuentro personal con Aquel que nos conoce, sostiene y tanto nos quiere. Desde el convencimiento y la fortaleza de sentirnos alentadas y acompañadas por Jesús, Señor de los sencillos, para así ir dando respuesta a ese proyecto de vida que Él quiere para nosotras, para así ir construyendo un pedacito de Reino.
Desde ahí nos salvamos y salvamos todo lo que tocamos, porque no nos salvamos solas, sino en comunidad. Desde ahí vamos generando VIDA, vamos generando un mundo más humano, solidario y fraterno.