Rectitud y sencillez de corazón

sencillez de corazón

Domingo 6º del T.O. Ciclo A

Por: Sagrario Olza. Vita et Pax. Pamplona

“Señor, tú te complaces en habitar en los rectos y sencillos de corazón…”  Así empieza la Oración Colecta de este domingo.  En medio de nuestros trabajos, preocupaciones, prisas y distracciones, hoy podemos hacer un espacio para dirigir la mirada a nuestro interior y ver quién habita y cómo “funciona” nuestro corazón.

La primera lectura, del Libro del Eclesiástico, nos recuerda que somos libres y, por tanto, tenemos la capacidad de elegir entre los caminos y opciones que nos ofrece la vida.  Es verdad que nuestra libertad está a veces condicionada: por nuestras propias debilidades, por circunstancias externas y por las diferentes ofertas  que nos hace la sociedad en la que vivimos, unas auténticas y otras disfrazadas como tales.

No es fácil acertar. Por eso es necesario mirar hacia dentro y analizar el origen de nuestras actuaciones, qué o quién nos nueve y dirige nuestros pasos.

El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús hablando a sus discípulos de la Ley de Moisés. La Ley fue escrita y dada para el buen funcionamiento del Pueblo de Israel y para beneficio de cada uno de sus componentes; está basada en el respeto a Dios y al prójimo. Algunos acusaban a Jesús de no cumplir la Ley y de que no la cumplieran tampoco sus discípulos. Él dice que no ha venido a abolir la Ley sino a darle plenitud.

En su enseñanza Jesús va repitiendo:  “Habréis oído que se dijo… pero yo os digo…” Palabras para los discípulos de entonces y para nosotros hoy.  Son una llamada y una invitación a la autenticidad de nuestro obrar, a no quedarnos en la legalidad exterior, a profundizar y buscar lo que es bueno para vivir en armonía, respetando los derechos de los demás y procurando su bien. No podemos actuar movidas  por impulsos, por caprichos, por nuestro egoísmo o nuestra sola conveniencia. No podemos vivir en la superficialidad ni en la apariencia.

“Señor, tú te complaces en habitar en los rectos y sencillos de corazón…”  Entremos en nuestro interior,  miremos si dejamos espacio a Jesús y a su enseñanza. Podemos elegir entre  propuestas  auténticas o engañosas, seguir a Jesús o preferir otros caminos.

Conocemos nuestras debilidades pero tenemos la capacidad de trabajar por superarlas. Si hacemos espacio a Jesús en nuestro corazón él mismo guiará nuestros pasos, nos dará su fuerza para obrar con rectitud y sencillez y sabremos  elegir lo bueno.   Él quiere y se complace en habitar en nosotras. Valoremos y agradezcamos su compañía, acojamos su enseñanza y aprendamos a pensar y sentir como él para poder actuar como  actuó él: “Me refiero a Jesús de Nazaret… él pasó haciendo el bien…” (Hch. 10, 38).

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