Domingo 14º del T.O. Ciclo B
Por: Maite Menor Esteve. Vita et Pax. Guatemala
Este domingo el profeta Ezequiel expresa cómo el Espíritu le puso en pie y le urgió a decir al pueblo unas palabras que hoy siguen resonando profundamente en medio de todas y todos los que formamos la Iglesia. Denuncia al pueblo que se ha rebelado contra Dios, que le ha ofendido, que es testarudo y obstinado. ¿Será que esas palabras hoy van dirigidas a los y las que hoy formamos el pueblo de Dios? Tal vez, tengamos que preguntarnos seriamente, qué mensaje transmitimos, qué testimonio damos, qué signos hay en nuestra vida que liberan a las personas sin esperanza, a las que se sienten frustradas, marginadas, excluidas, que no ven salida en la situación actual. ¿No será que, con nuestra manera de vivir, nos hemos rebelado contra el sueño que Dios tiene para toda la humanidad?
Hoy como ayer, a través de los profetas, el Señor nos sigue hablando ¿escucharemos o seguiremos tapándonos los oídos a lo que Dios quiere? Sabemos que Él desea que todos los seres humanos tengan vida y vida abundante, que construyamos estructuras justas que permitan la vida digna, que todos tengan pan, arroz o maíz para comer, derecho a la salud, a la educación, una vivienda digna, trabajo que permita el desarrollo, etc., ¿es eso lo que estamos construyendo o más bien nos estamos rebelando contra Dios, favoreciendo que los que tienen tengan cada vez más, que las trasnacionales se adueñen del mundo, que los políticos piensen solo en sus ganancias personales, olvidándose de las necesidades de los ciudadanos y, en especial, de aquellos que son más vulnerables y tienen menos posibilidades?
Jesús en el evangelio de hoy, se siente despreciado por los suyos. “No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa”. Tenemos la tentación de un Jesús triunfal, poderoso y milagrero, pero nos olvidamos de su mensaje, de sus acciones, de su coherencia, de su compasión y de los signos que liberaban a los oprimidos. ¿Será que nos escandalizamos como los de su tiempo entonces, nos escandalizamos de sus palabras y hacemos caso omiso de ellas?
Dejémonos de triunfalismos y volvamos a la esencia del evangelio, de esa buena noticia que dan ganas de vivir y hasta de dar la vida. El Espíritu, la Ruah hoy, sigue impulsando, sigue llamando y poniendo en pie a hombres y mujeres para ser sus testigos, para construir otro mundo donde la solidaridad, la justicia, la compasión, la libertad y la coherencia sean una realidad en la vida cotidiana.
Hoy las lecturas nos invitan a ser profetas que denuncian y anuncian. Tenemos materia para denunciar y para anunciar, sin importarnos que las personas que siguen el sistema nos marginen, nos desprecien o nos rechacen como lo hicieron con Jesús ¿estamos dispuestas y dispuestos? Invitémonos a estar inmersas en la realidad para ver y distinguir qué cosas son las que van en la sintonía de Dios y cuáles no. Abramos nuestros ojos para ver el mundo como lo ve Dios.
Ser profetas