Servidoras de la misión de Jesucristo

Por: Vita et Pax.

El bautismo de Jesús es la pauta de nuestro bautismo. En él, el Padre nos dice que, al ingresar en la familia de Dios, somos sus hijos, sus predilectos. Y nos encarga una misión, ser servidores de la misión de Jesucristo. Y nos da también su Espíritu.Seguidoras de la misión de Jesucristo

Es ese mismo Espíritu el que hoy se posa sobre esta comunidad, reunida para acompañar y ser testigos de la Consagración de Odette y la Oblación de Christine.

Hace seis años, Odette, tal día como hoy, también un 12 de enero de 2014, hacías tu Oblación al Señor. Habías experimentado en ti el amor de Dios Padre. Escuchaste la voz del Señor que te decía: Te quiero. Si quieres puedes participar de mi amor y repartirlo a otras personas. Y eligiendo como cauce el Instituto Vita et Pax, le dijiste que sí, que querías seguirle, vivir de su Vida y ser como Él vida y paz para todos las personas.

Durante este tiempo has hecho vida este ideal, primero colaborando en los trabajos del Centro de salud, después ampliando tu formación en España. Has experimentado que en este camino no son todos los días soleados, también existen las nubes, pero el Espíritu del Señor siempre te acompaña y sostiene.

Hoy haces tu Consagración definitiva al Señor, das una respuesta plena a la llamada, te ofrendas al Señor para ser sólo y siempre suya, y para, como nos dice la lectura los Hechos de Jesús (Hch 10,34-38) “…pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal, porque Dios estaba con él”.

Te acompaña tu familia, amigos, y todos te decimos: ¡Dichosa tú, Odette porque crees!

Hoy, y en esta misma celebración, tú Christine, haces la primera Oblación al Señor. Has experimentado el amor de Dios y quieres responder a ese amor con la ofrenda de tu vida al Señor. Para ello has elegido como cauce el Instituto Vita et Pax. Todo el Instituto hoy te acoge como compañera en el camino del seguimiento de Jesús.

En estos años dedicados a la formación has podido profundizar en la llamada del Señor, has ido conociendo más a Jesús, a través del estudio y la oración de amistad. Y lo mejor está por venir, porque el Señor se da del todo a quien le acoge con sencillez y con el corazón abierto a su gracia.

También a ti te dice esta comunidad, ¡Dichosa tú, Christine porque has creído!

Damos gracias a Dios por la ofrenda de estas dos jóvenes. Gracias también por sus familias, por su generosidad, por esta comunidad de creyentes y por todo el pueblo ruandés que, entre cansancios y esperanzas, camina hacia la fraternidad entre todos los seres humanos y con la creación, en este bello país.

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