¡Siempre Estad Alegre!

Siempre estad alegres
Domingo III de adviento.
Por: Odette Mukeshimana. I.S. Vita et Pax. Rwanda

Textos Litúrgicos:

Is 61, 1-2, 10-11
Sal Lc 1, 46-50. 53-54
1Tes 5, 16-24
Jn 1, 6-8. 19-28

 

¡Siempre estad alegre!

Es domingo de Gaudete. La liturgia de este día nos sitúa en una profunda alegría, los tiempos Mesiánicos han llegado. ¿Tienes una palabra de vida? “Estad siempre alegres en el Señor”. Esta frase recuerda la alegría de la Iglesia al esperar la venida de Cristo. La alegría a la que nos invita a ser testigo fiel. La palabra de Dios no es un optimismo cargante. Es algo más sólido, más profundo. Es una alegría que descansa en la certeza de que el Señor está aquí, a nuestro lado, cuidando con amor a su pueblo, mientras esperamos su venida, confiando que lo que necesitamos, está dispuesto a luchar junto a nosotros.

En la primera lectura de Isaías encontramos un admirable retrato de aquel Gran Dios que ha consagrado con la unción para completar su obra de salvación. Nos recuerda que la alegría del creyente proviene principalmente de lo que Dios hace por nosotros. La raíz de la alegría interior no es fruto del esfuerzo personal por hacer las cosas bien, aunque eso también nos dé alegría. Más profundamente, “la alegría es consecuencia de la filiación divina, de sabernos amados por Dios nuestro Padre, que nos acoge y nos perdona siempre”. Así nace en el corazón una esperanza que ilumina nuestro camino, porque confiamos en el poder del Señor.

San Pablo en la segunda lectura nos exhorta a vivir en una alegre Esperanza y en una vigilante atención de lo que Dios espera de nosotros. Orad en todo momento dad gracias por todo y a toda circunstancia.

En el evangelio de San Juan vemos que Juan nos presenta a Jesús como el que viene y cuya manifestación es inminente verdadera Luz. Ante una pregunta “quién eres” Muestra que el hombre siempre está en búsqueda de Dios. Para el creyente este domingo es un momento para afirmar su identidad con fe en Jesús, a estar dispuesta a escuchar su llamada “soy una voz que grita en el desierto allanad el camino al Señor” La alegría nace de una vida fecundada por el amor de Dios que conduce al buen olvido de sí mismo. La alegría facilita un delicado abandono al Señor y a nuestros hermanos. Todo esto deja una huella de paz en nuestras vidas.

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