Domingo III del TO.
Por: Ángeles Santamarta, IS. Hijas de la Natividad de María,
Arzúa. La Coruña
Textos Litúrgicos:
Neh 8, 2-6. 8-10
Sal 18
1Cor 12, 12-30
Lc 1, 1-4,14-21
Comienza el evangelio de esta jornada con las palabras “Querido Teófilo”; ojalá en esta proclamación escuchemos la voz de Dios que nos llama e invita a ser sus “amigos”, sus amados” (es lo que significa Teófilo) para así poder leer, poder oír, poder “abrir el libro” y proclamar “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”.
Hace pocas semanas, Dios se nos manifestaba en la figura de un niño: débil, indefenso, necesitado de protección, alegre, tierno, gozoso; porque Dios quiso hacerse uno de los nuestros. Es fácil (y necesario), contemplar en los “belenes” de luces y figuritas el Dios-con-nosotros.
¿Tomamos conciencia de que deberíamos “ver” con la misma ilusión, ternura y gozo a ese JESÚS que se nos manifiesta -hoy- en los rostros de tantas personas que caminan a nuestro lado: mujeres maltratadas, familias sin hogar, desempleados, refugiados, migrantes, familiares, compañeros de trabajo, amigos…?
Presencia de Dios es su Palabra, la que cada domingo es proclamada con la Asamblea en Pie, tal como nos narra la primera lectura de hoy … y con el rostro alegre.
Presencia es el mismo Cristo que se nos manifiesta en el Evangelio y se nos da como alimento de Vida Eterna, como don y fortaleza para proclamar el “año de gracia del Señor”. Estamos viviendo el Año Santo Compostelano, es un momento fuerte de Encuentro y de Dejarse encontrar por Jesús que camina entre nosotros, que nos acompaña, que nos mira y nos sostiene. Hoy, Jesús, inicia su “vida pública”; nos anima a nosotros también a ser parte de sus Amigos.
Todos -sin distinción- Somos Presencia Del Dios Salvador.
La prueba de que hemos contemplado al Señor, de que hemos escuchado su Palabra, de que Hoy Se Cumple En Nosotros La Escritura es nuestro rostro amable y nuestra vida gozosa y disponible para que, en el prójimo, en el cercano, el mundo… se disfruten los valores del Reino de Dios en plenitud.
¿Te Animas? ¡Dios Cuenta Contigo y Conmigo!