¡Todas las víctimas!

Fiesta de Todos los Santos 2015

Por: José Luis TerolProfesor de Filosofía (Zaragoza)

¡Todas las víctimas!

La santidad tiene que ver con una doble e inseparable experiencia del corazón humano: la apertura incondicional al Totalmente Otro, como fundamento y horizonte de nuestra vida, y la apertura radical a los otros en servicio y fraternidad. El diálogo y la disposición de nuestro corazón hacia el misterio de Dios pertenece a un territorio sagrado, misterioso y prácticamente inexpugnable. Sin embargo, la experiencia del servicio y la fraternidad se convierten en un sacramento que puede identificar y visibilizar de manera pública la presencia o ausencia de esta experiencia radical.

Esta ha sido la experiencia reveladora de Jesús que nos desvela el misterio insondable de Dios, vivido como “papaíto” (Abba) y que hace posible la relectura “alocada y provocadora” que proclama dichosos a los perdedores de este mundo.

Las víctimas no son importantes porque seamos de izquierdas, de derechas, marxistas o de centro. En el itinerario de nuestra iniciación cristiana no es posible hacer la experiencia de Dios (santidad) sin la mediación de las víctimas y la experiencia de la fraternidad por encima del orden establecido. Jesús, que no fue un líder político, “desestabilizó” todos los parámetros de este orden desde su experiencia radical de Dios y de la fraternidad.

¿Quiénes son en el presente las víctimas que reclaman nuestra purificación y revelación del Misterio de Dios? ¿Quiénes son los verdaderamente elegidos y vienen de la gran tribulación? ¿Quiénes están lavando y blanqueando sus vestiduras en la sangre del cordero?

Resulta particularmente duro –y tal vez demagógico- responder a estas cuestiones en el presente de una “europa cristiana” con cientos de miles de víctimas varadas entre el barro de las fronteras, con las playas de nuestras vacaciones ocupadas por cadáveres sin nombre, con los miles de familias que continúan siendo desahuciadas en nuestro país con la complicidad del Gobierno y la de nuestra pasividad y “respeto” a la legalidad vigente….

Agradezcamos a tantas personas cristianas y no cristianas su testimonio y llamada al caminar y acompañar a las víctimas y continuemos con nuestra purificación personal y comunitaria para que Jesús pueda decir con verdad de nosotros: ¡Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos!

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