Domingo, celebración de Jesucristo Rey del Universo.
Por: Victoria Cañas. I.S. Vita et Pax. Pamplona
Textos litúrgicos:
Ez 34,11-12,15-17
Sal 22
1Cor 20-26.28
Mt 25,31–46
Un Reino Atípico al Que
Todos Estamos Invitados
Si nos remontamos a la historia de la humanidad constatamos que ya desde antiguo los pueblos eran regidos por un solo gobernante denominado rey y en la actualidad, aunque parece algo obsoleto y controvertido lo cierto es que en Europa sigue habiendo monarquías, dicen parlamentarias, donde el rey es el jefe del gobierno.
Y en este domingo como culmen del año litúrgico en nuestra Iglesia celebramos la fiesta de Cristo Rey del Universo instituida en 1925 por Pio XI.
Podemos preguntarnos qué sentido tiene hoy esta celebración o lo que realmente estamos celebrando.
Jesús vino a anunciar la Buena Noticia del reino de Dios, un reino que hinca sus raíces en la justicia, el amor y la paz. Es algo que acontece hoy y trasforma la realidad del mundo. Un proceso que trasforma la vida y compromete a la persona a trasformar la realidad en la que vive.
La plenitud del Reino llegara en el futuro (“Cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza (1 Cor15, 24)”, pero el reinado de Dios acontece en nuestro hoy y está en marcha. Quiere hacer realidad la desaparición del mal, la injusticia, el dolor y la muerte.
El gobierno de Dios es el proyecto de paternidad de Dios que se manifiesta desde antiguo, así lo podemos constatar en la primera lectura y el salmo de este domingo:
“Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidare yo de mi rebaño.
Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las haré reposar.
Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada;
vendaré a las heridas y fortaleceré a las enfermas” (Ez 34,11y ss)
“El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 22)
Jesús haciendo presente el Reino quiere inaugurar un hogar fraterno y filial en medio de este mundo desigual. Es Buena noticia para los pobres, los violentados y maltratados injustamente porque Dios quiere garantizar la defensa de los débiles. Sus primeros beneficiarios son los indefensos, las víctimas de los poderosos, los marginados, los que no tienen sitio en la sociedad ni en el corazón de los demás y no porque sean mejores sino porque no tiene quien los defienda, son pobres y necesitan justicia y amor. Los encontramos por nuestras calles y vemos en tiempo real y en directo en nuestros informativos.
Nosotros estamos llamados a realizar gestos liberadores, creadores de vida, gestos de buena noticia, de manera sencilla, humilde, gestos humanos y solidarios a los que necesitan ayuda («dar de comer», «dar de beber», «acoger al inmigrante», «vestir al desnudo», «visitar al enfermo o encarcelado »Mt 25,31) porque en cada persona que sufre, Jesús sale a nuestro encuentro, nos mira, nos interroga y nos interpela.
¡Cuántos de estos gestos podemos percibir en nuestro entorno tanto en personas creyentes o agnóstico que piensa en los que sufren! Ellos también son “benditos del Padre” e invitados al Reino.
El Reino al que nos invita Jesús propone amor gratuito e incondicional, reta a que cada una asuma su responsabilidad, a que vivamos relaciones horizontales y fraternas, nos llama a una nueva relación entre nosotros, a que cada uno ayude a llevar la carga de los otros.
¡VENGA TU REINO SEÑOR!