“Una Presencia De Amor”

una presencia de amor
Domingo II de Pascua
Por: Paky Lillo. I.S. Vita et Pax. Alicante
Textos Litúrgicos:

He 4, 32-35
Sal 117
1Jn 5, 1-6
Jn 20, 19-31

Una Presencia de Amor

Estas lecturas del domingo nos hablan de heridas, sufrimientos,… llagas. Realmente es lo que Jesús fue atendiendo durante su paso entre nosotros, su empeño era el curar, el sanar, el atender a la fragilidad de cada persona que se encontraba en su camino; para hacernos entender lo que significaba estar cerca de cada llaga, de cada herida.

En la primera lectura nos lo cuentan: las primeras comunidades adoptaron el mensaje de Jesús y lo hicieron vida, compartían los bienes, vivían la vida juntos y se sentían hermanos unos de otros apoyándose y cuidándose. El mensaje de Jesús de la fraternidad empezaba a dar sus frutos. No había pobres, ni soledad entre ellos.

Seguir el mensaje de Jesús es, acercarnos a curar las heridas de las personas que nos encontramos en nuestro camino, ayudar, apoyar al que se encuentra rechazado por la sociedad, a los que no tienen cobijo y de alguna manera orientar la vida y amparar al que no sabe cómo vivirla, el estar cercano al frágil es vivir como Jesús vivió, es sentir su presencia, una presencia de amor. Es vivir al Resucitado.

Jesús le insiste  a Tomás a tocar sus llagas: “trae tu mano, métela en mi costado”. Es una invitación a tocar llagas.

Hoy en nuestro contexto, en nuestra sociedad nos encontramos con muchas llagas, con muchas heridas:

  • Las guerras, las antiguas y las recientes, tan cercanas a nosotros.
  • Nuestras relaciones sociales cada vez más violentas, menos conciliadoras, con menos diálogos y entendimientos.
  • Nuestros rechazos a los diferentes, a aquellos que no son como nosotros, que no tienen el mismo estatus social o el mismo color, o los mismos rasgos y los condenamos a la exclusión, a una vida carente de derechos y de humanidad.

Estas son las heridas sociales, las llagas sociales de los que habitamos en la sociedad, algo tendremos que hacer si realmente creemos en la resurrección porque una resurrección en la que no cuenten los débiles no es la de Jesús.

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