- Viene el Señor
Adviento igual a venida. ¿Venida de quién?: de Jesucristo ¿Cómo es posible hablar de que viene Jesucristo cuando en tantas ocasiones se nos habla de las presencias perennes de Jesucristo en su gloria, en las celebraciones, en las asambleas cristianas, en las almas de los cristianos?
Es ese, precisamente, uno de los grandes misterios en la celebración del Misterio de Jesucristo: celebrar a Jesucristo anhelando su venida, cuando es precisamente Él quien preside nuestras celebraciones.
San Anselmo en el viernes de la primera semana del Adviento aborda este tema: “Enseña a mi corazón dónde y cómo buscarte…”. “ Manifiéstanos de nuevo tu presencia para que todo nos vaya bien…”. “Deseando te buscaré, te desearé buscando, amando te hallaré, encontrándote te amaré…”.
- El júbilo de la esposa con la venida del Esposo
Es lo que conmueve más estremecedoramente en la celebración del Adviento: el gozo en el Espíritu Santo que inunda el corazón de la Iglesia, ante la nueva venida del Esposo, como si se tratara de la primera o celebrase la definitiva venida del Señor.
Ved, veamos el contraste: desde que celebramos el santo Pentecostés, estuvimos viendo y celebrando a Jesucristo, de quien fuimos recibiendo tantas enseñanzas, orientaciones, sugerencias, apremios…, dentro de un clima de santo entusiasmo y de deseo de poder identificarnos plenamente con Jesucristo, vivir de su Vida, ver por sus ojos, respirar por sus pulmones.
En las últimas semanas, sobre todo en la penúltima y más aún en la última, vibramos y cantamos con la gloria de Jesucristo Rey.
De repente, con el acabamiento del Año Litúrgico, parece que con la iniciación del Adviento, en el comienzo del nuevo Año Litúrgico, se levantan las compuertas de la ternura del corazón de la Iglesia y se inicia el desbordamiento de esa ternura en las celebraciones litúrgicas, lo mismo sacrifícales que laudativas.
- Las tres venidas del Señor
- La que realizó en carne mortal hace 2.000 años
- La que realiza cada día y cada año en la celebración del Año Litúrgico
- La que realizará al fin de los tiempos en la consumación de las cosas.
Se podrían sintetizar las tres venidas con un solo verbo, conjugando los tres tiempos: vino, viene, vendrá.
- Cómo prepararnos
Toda la Pedagogía de la Iglesia, en el Adviento, va en esa dirección: crear una mentalidad en la venida actual del Señor, tan real como la de hace 2.000 años, tan decisiva como la del fin de los tiempos; suscitar un santo y apasionado entusiasmo ante la re-presencia del Señor; urgir a una preparación de cuerpos y almas mentes y corazones, para el Señor que llega; crear una santa devoción en cada creyente a fin de que del DON que recibe lo transfunda y trasmita a los demás.
Es una impresión emocionante, que cada año se repite, sobre todo, comprobando la poca cosa que somos por nuestras fuerzas y lo grande que es poder contar como si la estrenáramos, con la misericordia compasiva y generosa del Señor que viene, una vez más, a establecer, re-afirmar el punto de amor sempiterno.
Haciendo un esbozo de síntesis, de todos los planteamientos que hace la Iglesia a través de los textos litúrgicos, podríamos puntualizar estas grandes actitudes como típicas del Adviento: creer, esperar en vigilante anhelo, amar, orar, preparar los caminos del Señor. Preparar los caminos:
- Abajar montes y colinas del orgullo.
- Levantar las vallas de nuestros desánimos y cobardías e inconsciencias
- Destruir los asideros del odio, la envidia, el egoísmo
- Allanar los caminos de la concordia
- Enderezar tanta intención torcida
- Suavizar tanta aspereza de inmisericordia, incomprensión y dureza de juicio
- Dar testimonio de la verdad que nos haga libres.