Vivencias de una voluntaria

Por: Hortensia Murillo. Vita et Pax. Zaragoza.

Pertenezco a dos voluntariados:Vivencias de una voluntaria
1.- Voluntariado Municipal
2.- Pastoral de la salud

1.- Voluntariado Municipal

Con ocasión de la Expo2008, inicié mi tarea como voluntaria del Ayuntamiento de Zaragoza. Cuando terminó la Exposición sobre el tema del Agua, nos invitaron a continuar y yo decidí seguir perteneciendo. Exteriormente nos distingue un chaleco gris-rojo y una visera blanca; los dos llevan un logotipo propio; nos aconsejan pantalón oscuro y zapato negro. Pero, es su actitud permanente de servicio y su voluntad de ayudar siempre a todos, la que define a la persona voluntaria.

Nos piden que estemos disponibles y -no habiendo impedimento justificado- no podemos fallar a lo que nos comprometemos. Las tareas varían. Por ejemplo: “Parques con corazón”. Consiste en circuitos programados de marcha por los parques con una distancia a cubrir en un tiempo determinado. La finalidad es evitar accidentes sanguíneos gracias al ejercicio físico; es una iniciativa estupenda porque, además de sacar a las gentes de sus sofás, fomenta la socialización ya que se realizan en grupos y nace la amistad.

Las tareas son múltiples: Recogida de alimentos en los supermercados; participación en actividades lúdicas diversas; días de puertas abiertas en fechas concretas; ofrenda floral a la Virgen; reproducción por las calles de “los Sitios de Zaragoza” y otros eventos y actos culturales. Siento gran gozo en facilitar a las gentes su participación; disfruto ayudando a que se sientan contentas, orientándoles en sus pequeñas dudas o dificultades con mi presencia siempre amable.

En Zaragoza se ha establecido el Día anual del Voluntariado. Ese día el Ayuntamiento nos invita a una comida al aire libre: Ocasión estupenda para reforzar los lazos de pertenencia y sentir la amistad. Creo que somos unos 3.000 voluntarios.

2. Voluntaria en Pastoral de la salud

Cuando llegué a Zaragoza, no tenía nada concreto qué hacer. Los primeros dos o tres meses me dediqué a conocer esta ciudad cargada de historia a través de visitas guiadas y recorriendo las calles: “Nadie ama lo que no conoce”. Después presenté al Delegado de Pastoral de la Salud mi deseo de colaborar. Al inicio estuve casi dos años en el Secretariado en “Casa de la Iglesia”. Posteriormente me indicaron que podía colaborar como voluntaria dentro del Equipo de Capellanía en un Hospital de la capital, Pabellón Materno-Infantil. Voy yendo cada mañana desde hace casi seis años.

Parto de que todo lo he recibido gratis y gratis lo he de dar. Cada día es un regalo y con ilusión lo inicio. Voy visitando las habitaciones y la tarea  me parece siempre nueva. Mi oración previa es decirle al Señor: eres Tú quien vives en cada persona que visito y en mí misma; yo vivo en Ti “In Christo Iesu”. Haz que viva de tu Vida: “de Te vivere”. Ayúdame a caminar y a servir contigo. Envuélveme  en tu Luz y en tu Paz para que pueda sembrarlas. No soy yo, te vales de mí para hacerte presente. Más de una vez digo interiormente al abrir la puerta: “Ven Espíritu Santo, enciende en mi la llama del fuego de Tu Amor”.

Algunas veces voy a la Capilla y le digo al Señor: voy a quedarme un ratito contigo porque estoy casada… pronto siento en mi interior: contigo siempre puedo más; continúo y es entonces cuando mejor percibo tu acción y tu presencia: va como la seda allí donde sentía cierta reticencia, cierto temor a entrar.

Otras veces me sorprendo diciendo cosas que no vienen de mí, que no las digo por mí misma; me parece mentira pronunciarlas y entonces veo claro que eres Tú, Dios mío. No llego a expresar bien lo que sucede y es imposible hacerlo porque tu acción sanadora es diferenciada y se adapta a cada persona. Lo veo tan patente que me impresiona y brota en mí la admiración ante Tu acción transformadora en las gentes y en mí.

Por lo general, en cada habitación hay dos personas y en cada una de ellas un mundo distinto. Por eso observo la situación, saludo sonriendo, abrazo, río, lloro con ellas, me acerco siempre; a veces sólo tomo su mano; aprendo de ellas fortaleza y esperanza en el sufrimiento; admiro el poder de la fe en muchas. Cuando alguna me dice: “soy atea”, siento dolor por tal carencia y agradezco a Dios el don de la fe que me ha sido dado. Le digo que todos tenemos innato el sentido de trascendencia y seguro que lo vive escuchando una bella música, admirando una pintura, ante un bello paisaje, etc. Después rezo por ella.

Bendigo a los niños que llegan al mundo, a sus padres, a sus abuelos… le deseo mucha felicidad a todos. Cuando veo a una madre sola con su bebé la abrazo muy fuerte, con más cariño si cabe y le digo ¿Está lejos tu madre? Sí, es la respuesta emocionada: está en Ecuador, Colombia, Méjico, Cuba, Nicaragua, Brasil, Argentina, Santo Domingo, Rumania, Bosnia, Ucrania, Polonia, Rusia, Marruecos, Argelia, Guinea, Nigeria, Costa de Marfil, Senegal, etc.

Observar, saludar, sonreír, escuchar, admirar, abrazar, rezar, felicitar, reír, llorar… y repetir muchas veces: Dios nos quiere mucho, es un Padre bondadoso, lleno de misericordia y ternura, te quiere a ti como si fueras su única hija; somos una filigrana salida de sus manos creadoras. Cuando a veces relato las palabras de Jesucristo a las mujeres, a los enfermos… se quedan absortas y les deja huella su estilo de tratar a las gentes.

Con el personal sanitario, de limpieza, administrativo, trabajadoras sociales, etc., mantengo una relación sencilla, de amistad con algunos. En los hospitales hay profesionales de bandera y mucha gente buena deseando curar y sanar. A veces un hospital es un mundo no tan fácil para saber moverse, pero voy aprendiendo cada día de todos.

Con el personal de Capellanía me siento muy unida en la misión y participo con ellos también en los encuentros mensuales: Rezamos juntos, intercambiamos y nos vamos enriqueciendo con el estudio de algunos temas. Les estoy muy agradecida a todos por su trato fraterno y por su acogida.

Visitas a Enfermos y ancianos de la Parroquia

Es una vertiente importante de la Pastoral de la Salud. En Zaragoza está muy desarrollada.

Vamos visitando de dos en dos en nombre de la Parroquia a los enfermos o ancianos que lo desean. Tenemos reuniones de grupo para organizarnos y revisar la labor, así como sesiones de formación. Existe una Escuela para la Formación de Agentes en la materia.

Los enfermos son muy agradecidos y palpamos su capacidad de sufrimiento y su fuerza en la adversidad; de ellos aprendemos también austeridad y admiramos el arte de afrontar y llevar con paciencia la enfermedad y la vejez.

Es frecuente encontrar casos que requieren una atención social por las condiciones en que  los encontramos; entonces avisamos a los servicios sociales del barrio o a Cáritas; alguna vez hemos encontrado situaciones críticas de salud y las hemos atendido en el primer momento llamando enseguida al 116. La verdad es que nuestra misión es visitarlos y es lo que ocupa nuestro habitual quehacer. Si ingresan en alguna residencia de mayores o los hospitalizan los seguimos visitando. Si muere alguno de ellos vamos al Tanatorio y al funeral. Se ha dado el caso de celebrarse el funeral por algún emigrante en el que sólo estábamos el Sacerdote y las dos voluntarias.

Cada año celebramos con ellos la “Pascua del Enfermo” en la Parroquia y ese día la Eucaristía es una fiesta. Los que lo desean reciben el Sacramento de la Unción de Enfermos, fuente de salud y de alegría; de él reciben fuerza para llevar con paciencia la enfermedad y, llegado el caso, les ayuda a esperar con paz la muerte.

Considero un regalo poder acompañar a los enfermos y doy gracias a Dios  en todo momento porque ha tenido a bien que pueda hacerlo.

Gracias a los que me habéis leído y quedo a vuestra disposición. Un abrazo muy cordial.

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