Esta pregunta continúa siendo actual para cada una de nosotras; hombre o mujer que quiera continuar el mensaje de Jesús y su Reino, no puede dejar de preguntarse quién es Jesús para él o ella, qué lugar ocupa en todo su ser, en sus actuaciones, en sus prioridades. Corremos el riesgo de responder de memoria algo que hemos escuchado desde la infancia. Respuestas acertadas que quedan muy bien pero que no nos comprometen demasiado en la vida real. Que pueden partir de una experiencia profunda de fe pero que no ha ido madurando al ritmo de nuestros años. De ahí la importancia de actualizar la pregunta y responder, en verdad, quién es Jesús HOY para mí.
Pedro, inspirado por el Espíritu, responde de manera contundente:”Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. Los otros responden también acertadamente a la pregunta de Jesús sobre quién dice la gente que es. Le identifican con un profeta pero no traspasan el límite de profeta a Hijo de Dios.
Siglos después seguimos haciéndonos la misma pregunta y solo acertamos a balbucear frases como expresa S. Pablo a los Romanos en la liturgia de hoy “¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! …… Porque de él, por él y para él existe todo.”
Seguimos invitadas, invitados a responder a la pregunta que nos hace Jesús, a abrirnos a la revelación del Padre descubriendo los signos de los tiempos para ir construyendo un mundo menos egoísta, menos individualista, más solidario, más participativo, más compasivo, más justo.
Las llaves del reino de los cielos que Jesús promete entregar a Pedro, no podemos interpretarlo como un signo de poder para atar y desatar según el criterio de cada autoridad máxima de la Iglesia. Lo que Jesús dice es:”Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. La piedra es la base donde se sustenta todo, y no sirve en este caso para sobresalir, sino para dar apoyo, seguridad, para transmitir la fuerza en la que está apoyada que no es otra que la Roca de Dios.
Me emocionó seguir la Eucaristía- funeral por el Obispo emérito Pedro Casaldáliga, los mensajes más repetitivos y de la gente más sencilla era llamarle profeta, fiel al evangelio y desde ahí, amar, servir, denunciar las injusticias, su amor especial a los pueblos indígenas, su consecuencia de vida, su profunda espiritualidad…..
En este tiempo tan especial con el COVID 19, con el mundo de las migraciones, con los problemas económicos tan fuertes, con la falta de esperanza….. necesitamos más que nunca apoyarnos en esa Roca de donde brota el AGUA VIVA, para ser testimonios de fe y compromiso allí donde nos encontramos.
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