Uno de los Himnos Litúrgicos de esta Fiesta puede ayudarnos a penetrar en la contemplación de lo que celebramos:
“Oveja perdida, ven / sobre mis hombros, que hoy
no sólo tu pastor soy, / sino tu pasto también.
Por descubrirte mejor / cuando balabas perdida,
dejé en un árbol la vida / donde me subió el amor;
si prenda quieres mayor, / mis obras hoy te la den.
Pasto, al fin, hoy tuyo hecho, / ¿cuál dará mayor asombro,
o el traerte yo en el hombro / o el traerme tú en el pecho?
Prendas son de amor estrecho / que aún los más ciegos las ven”
El Himno nos recuerda a Jesús, manifestándose en diversos pasajes de los Evangelios:
“Yo soy el Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas” (Jn. 10,11-18)
“Cogiendo un pan, (y luego la copa…) dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced lo mismo en memoria mía” (Lc. 22,19-20)
En el Evangelio de hoy Jesús mismo dice:
“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre” (Jn, 6,51)
En el Sacramento que hoy adoramos contemplamos a ese Jesús: Buen Pastor que conduce y cuida a sus ovejas; entregado y Muerto en la Cruz, hecho Pan de Vida para quienes le comemos… Sólo vemos su apariencia: un pan mínimo, hecho sin levadura… escondido en un altar, con una pequeña lámpara que nos habla de su Presencia… Pero ahí reconocemos y adoramos al que es Fuente de Vida para todos. Recordemos lo que escribió Santo Tomás de Aquino para esta Fiesta:
“Se engaña en Ti la vista, el tacto, el gusto,
mas tu Palabra engendra fe rendida…
En la Cruz, la Deidad estaba oculta,
aquí, hasta la Humanidad yace escondida…”
Cuando rezamos ante el Santísimo Sacramento, cuando participamos en la Eucaristía, la Palabra que engendra la fe ilumina nuestra consciencia para saber que nos encontramos con Jesús, Hijo de Dios, Buen Pastor, Pan de Vida, entregado y muerto en la Cruz…
“Yo soy el Pan de Vida” (Jn. 6,35) “El que coma de este Pan vivirá para siempre”. Comerle es seguirle y tratar de asimilarle, – mejor, Él nos asimila para hacernos uno/a con Él – para pensar como Él, sentir como Él, actuar como Él. “Quien come mi carne y bebe mi sangre está conmigo y yo con él” (Jn, 6, 57).
La celebración de esta Fiesta dinamiza nuestra fe y nuestra confianza -porque sabemos que Él está con nosotros/as- y activa nuestra responsabilidad para hacernos semejantes a Él y prolongar, en el mundo de hoy y en las circunstancias que nos toca vivir, lo que Él hizo y enseñó.
Podemos terminar parafraseando otra estrofa del Himno de Santo Tomás:
“¡Oh, Memorial de la Pasión de Cristo!,
¡Oh, Pan Vivo, que a todos das las Vida!
Concédeme Vivir de Ti
gustando ya lo que veré un día”.