Buena Noticia

Buena noticia

Domingo I de Adviento.  Ciclo C 

Por: Luis López Hernández. Presbítero  de la Parroquia S. Juan Bautista  de Alicante 

Empezamos el Adviento. Tiempo de llamada y de respuesta. Tiempo de escucha y de atención. La Palabra de Jesús nos animará a sentir viva una nueva presencia de Dios que se acerca a nosotros por medio de Jesús. Nosotros hemos de vivir ese “advenimiento” con la puerta de nuestra fe abierta al encuentro gozoso con el que nos trae la Buena Noticia del Amor de Dios, que nace en Jesús. Ese nacer permanente del amor de Dios en Jesús debe ser para nosotros, la renovación constante de nuestra fe. Se trata de “resentirla” como novedad, esa que sostiene los latidos de Dios en el quehacer de nuestra fe. Volvemos así a poner a Jesús en el centro de nuestro vivir, de nuestro creer y de nuestro amar.

Pero hemos de responder a la petición que se nos hace: “estad pues, bien despiertos… se acerca vuestra liberación”. Ese es el espíritu del Adviento ante todas las señales, bien de presencia de Dios, bien de ausencia. Las dos cosas despiertan nuestra necesidad. ¿Por qué hemos de vigilar? Porque el problema es que no se trata de una doctrina que haya de ser aprendida, conocida o practicada. NO. Se trata de un “acontecimiento” que se alimenta conforme se recibe y se celebra. Es el acontecimiento, siempre vivo y constante, del nacimiento de Jesús en nuestra vida. Hay que prestarle atención, hay que vigilar para que no se nos escape. Perder el Adviento, es como perder la gracia de la Navidad.

La Palabra nos avisa: “tened cuidado, que no se os embote la mente…”, se hace llamada para que no vivamos distraídos con las cosas del mundo y se nos oculte la presencia viva de Dios en las cosas y en las personas. Él sigue naciendo en Jesús. Lo quiso así y lo sigue queriendo. Un Dios que no se cansa de amar y de acercarse al hombre es una bendición, una Buena Noticia. Y Él no nos falla. ¿Tenemos el deseo, como el agua de la samaritana, de que Jesús nazca en nosotros? Estad despiertos, porque nace. Porque está deseando nacer, porque Dios no se olvida de que su Reino tiene que nacer, crecer y realizarse en medio de nosotros. Por eso, se nos recuerda la Palabra, que son actitudes que nos pide Jesús para que su promesa se haga realidad: “El que pide, recibe; el que busca encuentra; y al que llama se le abre”. Jesús es la “seguridad” del amor de Dios. Y nos pide la seguridad de nuestra confianza y esperanza en Él.

“Vivir despiertos”, como el Adviento nos pide, es abrir nuestra vida a la proximidad de Dios en Jesús. Descubrirlo en las cosas, acontecimientos y personas, es el ejercicio de “oración contemplativa”, que nos hace conocer la realidad misteriosa de Dios y nos hace vivir la experiencia del encuentro con Jesús. Un encuentro que renueva nuestra tarea de construir el Reino de Dios, como esa semilla que, desde la pequeñez de nuestro ser humano, crece, por el amor de Dios, hasta la realidad de que el vivir de Dios se haga realidad en la vida de los hombres. Y todos podamos vivir la alegría inmensa de la vida de Dios disfrutada por toda la humanidad. Ahí apunta el Adviento de Dios para todos los hombres. Estemos atentos.

 

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