XXX Domingo T.O. Ciclo B
Por: Josefina Oller. Vita et Pax. Guatemala
Nos vamos acercando ya al final del Año Litúrgico. Con el evangelista Marcos hemos contemplado a Jesús en sus incansables jornadas de trabajo y últimamente lo estamos acompañando por el camino de Galilea a Jerusalén donde es consciente que le van a matar –por tres veces se lo anuncia a los discípulos que también por tres veces rechazan que eso pueda llegar a ser-. En el episodio de este domingo, Jesús ha pasado ya la ciudad de Jericó y le falta una jornada para llegar a la ciudad Santa.
En este tramo va a realizar su último signo -según el evangelista Marcos-: va a dar luz a un ciego. Bartimeo es un mendigo que está a la orilla del camino pidiendo limosna. Es pobre en todos los sentidos: es ciego, no tiene recursos, es un marginado, un impuro, digno de lástima pero ni siquiera eso porque la multitud lo quiere hacer callar. Sin embargo algo tiene: el agudo sentido del oído, se da cuenta de que algo ocurre a su alrededor y sí puede preguntar y enterarse de que es Jesús de Nazareth el que estaba pasando. En seguida comienza a gritar: “JESÚS!!! HIJO DE DAVID, TE COMPASIÓN DE MÍ”… asombroso, el secreto mejor guardado de Marcos, lo publica a voces un ciego.
Los acompañantes de Jesús lo quieren acallar pero él grita más fuerte. Jesús lo manda llamar –es su costumbre atender las necesidades que se le presentan aleccionando siempre a quienes lo impiden-. Pero en este caso el llamado tiene un significado más profundo. Le dicen al ciego que Jesús lo llama y él da un salto, se desprende del manto –no tendría nada más- y se acerca a él. Jesús le pregunta: ¿”qué quieres que haga por ti?” El hombre le contesta sin duda: ”Maestro, que pueda ver” Y Jesús le dice: “Vete, TU FE TE HA SALVADO”. “recobró la vista y comenzó a seguirle”.
Curioso: la consecuencia de VER no fue pararse a contemplar y admirar lo que no conocía: la naturaleza en toda su belleza, sus árboles, las flores, los montes, las personas, los animales, ¡tantas cosas! No, la consecuencia fue comenzar a seguirle, sin saber qué le esperaba- Algunos de los discípulos, mientras iban de camino, a la misma pregunta de Jesús, le habían pedido poder sentarse a la derecha y a la izquierda cuando llegase a su Reino, habían discutido quién era el mayor. El que fue curado, tuvo claridad suficiente para seguirle sin condiciones y completamente desprendido de todo. Un contraste también con el hombre rico que fue incapaz de desprenderse de sus riquezas y seguirle porque las riquezas no dan capacidad de riesgo, buscan seguridades, buscan negociar. El pobre se hizo evangélicamente rico, el rico en cambio, se empobreció .
En pocos y sencillos versículos, tenemos una bella síntesis evangélica y de realismo humano. El ciego era bien consciente de su necesidad. En nuestro mundo hay muchas cegueras, mucha gente inconsciente de que lo que les falta es luz para ver sus necesidades más profundas, viven obnubilados por tantos bienes materiales que no satisfacen pero son incapaces de reconocerlo y pedir luz a quien es la LUZ DEL MUNDO El que, gracias a su fe ha obtenido la salvación y la integración a la sociedad, se convierte en el modelo del seguimiento a Jesús: va tras él sin “volver la vista atrás”, sin pedirle que le deje despedirse de su familia ni de enterrar a sus muertos, nada. Va con Él hacia Jerusalén sin miedo, fiado totalmente de El y dispuesto al seguimiento radical sin hacer alardes.
Ojalá que este relato nos invite a reflexionar a todo/as cuantos hemos optado por seguir radicalmente a Jesús, asumiendo su mensaje y sus actitudes liberadoras, sin distracciones, sin ansias de poder, sin excusas estériles y atentos/as a las necesidades urgentes de nuestro alrededor (estamos viviendo aquí en Centroamérica un drama migratorio de gigantescas proporciones). Es para reflexionar seriamente.
El relato es también un llamado vocacional completo, no le falta ningún ingrediente y sin necesidad de largos discernimientos: al pobre ciego que recibió la luz le bastó la fe, y la acción de gracias puesta en acción.
QUE TU LUZ SEÑOR, NOS HAGA VER LA LUZ