Navidad 2017
Por: Auxiliadora Fernández Fernández. Mujeres y Teología de Ciudad Real
¡Niño de Belén, mi Dios, pero que ocurrencias tienes!
¿Cómo te atreves a venir a visitarnos?
¿No será ésta otra de tus locuras?
¿No te das cuenta de que aún no llegamos a entenderte?
Eres un Dios demasiado atrevido,
y aquí, en la tierra, lo atrevido está demás.
Se ha impuesto lo “sensato”, lo “correcto”, lo “prudente”.
Y Tú vienes y descolocas nuestros planes.
Y por eso, no llegamos a entenderte.
Y por eso envolvemos tu nacimiento
en un inmenso papel de regalo, en miles de luces cegadoras,
en un consumo insaciable que nos aliena.
¿Cómo así te vamos a reconocer en la debilidad de un niño?
¿Cómo vamos a adorarte en una cuadra?
¿Cómo podríamos imaginar que te acogiera
en sus entrañas una Mujer pobre y sencilla?
Nuestra mente no llega a asimilar que fuera
la gente empobrecida de tu tiempo -pastoras y pastores-,
quienes recibieron en primicia la Gran Noticia de tu Nacimiento.
Eres un Dios demasiado atrevido.
Eres un Dios cabezón, y por ello sigues naciendo pese a todo,
aunque te encuentres las puertas bien cerradas.
Y naces en las fronteras de la vergüenza;
y llegas a nuestras costas aterido de frío y maltrecho.
Y sigues naciendo -porque te empeñas-,
en alta mar en cayucos y pateras,
en hacinados campos de refugiados,
aunque levantemos kilómetros de vallas.
Te atreves a nacer en un mundo que en nada se
parece al que soñaste, pero al que Tú inmensamente quieres.
Por eso te atreves y te empeñas en venir a visitarnos,
y a quedarte para siempre.
Aunque me cueste entenderte, quiero pedirte sólo una cosa:
Hazme mujer atrevida, terca y cabezona que, sin ceder al desaliento,
siga apostando por hacer desaparecer todos los “pesebres”.
¡GRACIAS NIÑO DE BELÉN, MI DIOS!