DOMINGO DEL CORPUS CHRISTI
Por: Cecilia Pérez. Vita et Pax. Valencia
Textos Litúrgicos:
Gen 14, 18-20
Sal 109
1Cor 11, 23-26
Lc 9, 11-17
Domingo del Cuerpo y la Sangre del Señor, día de adorar el Misterio, gran Fiesta de la Eucaristía que se hace visible y camina por calles y plazas.
Hay dos escenas impresionantes que enmarcan este día. En la primera vemos a Jesús hablando del Reino, consolando y curando.
Hay una muchedumbre que le escucha y le mira y el día va transcurriendo, pero parece que nadie piensa en marcharse…
Nos lo cuenta Lucas, que no olvida mencionar el cansancio, preocupación y desasosiego de los Apóstoles que dicen a Jesús “despide a la gente” y posiblemente, aunque el discípulo no lo diga, – ya es hora, estamos muertos, pronto va a hacerse de noche y menudo problemón aquí en este descampado…-
No han comido, hay que buscar alojamiento y comida.
Es fácil imaginarse la escena, las caras de los doce, el aspecto de la gente después de una jornada, con hambre y cansancio. Y la mirada y la sonrisa de Jesús que, ¿con ironía?, les dice “dadles vosotros de comer”.
Pero… Parece un despropósito, los descoloca completamente. Y se entiende, aunque tantas veces, el Señor, a lo largo de la vida, consigue que le demos una respuesta a pesar de que las circunstancias nos impidan “ser razonables”.
El final, lo conocemos; con la pobre pero generosa aportación, Él es capaz de hacer lo que humanamente es imposible y hay pan, recursos, alegría, para todos y todavía sobra.
Y, hoy, esto, qué nos dice. En la era de las tecnologías, cuando los planes económicos globalizan el hambre y la miseria y las estadísticas nos hablan de unos datos que nos cuesta aceptar o pretendemos invalidarlos con el propio egoísmo ¿sería posible globalizar bienes, oportunidades, capacidades, recursos y vida?.
Avanzando en la Fiesta que nos convoca, nos introducimos con Pablo en el Cenáculo y en el Amor y servicio de Jesús, que celebramos y vivimos en cada Eucaristía. Porque allí se inicia esa realidad de la Presencia sacramental de un Jesús ofrecido, entregado (me gusta más por todos que por muchos) y VIVO entre nosotros.
Por esta Presencia podemos hoy, día del Corpus, y cada día renovando nuestra fraternidad ante el altar, actualizar el compromiso de nuestra propia entrega y servicio.
Porque es nuestro Alimento, porque comemos y bebemos de su Cuerpo y Sangre somos capaces de escucharle.
¿Podremos mirar a los cansados y agobiados del mundo y cumplir el deseo y la invitación del Señor “dadles vosotros de comer”?