6º Domingo de Pascua. Ciclo A
Por: MaCarmen Martín Gavillero. Vita et Pax. Madrid
Nuestro mundo tiene sed, está sediento de verdad, de honestidad, de sencillez, de claridad… porque acampan a sus anchas el fraude, la mentira, el robo, la corrupción, la impunidad, políticas de ajuste contra la ciudadanía, recortes de derechos, pérdida de libertades… Y, en este contexto, escuchamos en el Evangelio de hoy: “Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la Verdad”.
¿Qué pasa entonces con la promesa de Jesús, sigue vigente o ha caducado? ¿Dónde está el Espíritu de la Verdad? La promesa sigue válida y actual, lo que ocurre es que el Espíritu de Dios no tiene un modo propio de actuar en la historia. El Espíritu actúa a través de la acción humana, es decir, de nuestras acciones. Estamos habitados por el Espíritu de la Verdad, los cristianos somos conscientes de su presencia y de su impulso, también de nuestra propia docilidad y resistencias.
En este sexto domingo de Pascua podemos dejar actuar al Espíritu de la Verdad en algunos ámbitos de nuestra vida:
- En el manejo del dinero. Desde el momento en que sobrepase lo necesario para vivir, nos podemos preguntar: cómo puedo administrar mi dinero y mis bienes de forma que me beneficie no sólo a mí, ni sólo a mi familia, sino que además beneficie al bien común de la sociedad, al apoyo de personas y grupos en situaciones difíciles…
- En la participación en la vida política. Ampliar nuestra capacidad para interesarnos por otras personas, por sus necesidades, sus inquietudes… es decir, que ni una misma, ni la familia o amigos, sean el centro de nuestro interés. Conocer bien qué partido, qué grupo, qué gobierno, qué personas… se inclinan más por el bien común, especialmente, por el bien de los más desfavorecidos y apoyarlos.
- En la realidad con capacidad de asombro. Soñar con la posibilidad de nuevas realidades. Esto no es idealismo ingenuo. Como decía Freire: “El mundo no es. El mundo está siendo” y en este siendo, actuar, comprometerse en su mejora. Al sufrimiento evitable hay que ponerle cara, nombre, fecha y lugar.
- En la actividad profesional. No trabajamos sólo ni principalmente por una legítima motivación lucrativa o para ser valorada o tener éxito, sino inspiradas por un bien hacer, un aprovechar el tiempo de trabajo al máximo, poner nuestros mejores recursos en lo que llevamos entre manos, una actitud solidaria…
- En las relaciones personales. Reconocer y respetar la diferencia y diversidad de las personas con las que nos relacionamos. Diferencia de edad, de sexo, de personalidad, de clase social, procedencia cultural… Prestar atención para no caer en prejuicios descalificadores, ni emitir juicios de valor, ni críticas banales…
Allí donde encontramos comportamientos humanos con el “aire de Jesús” podemos afirmar que el Espíritu de la Verdad habita aquellas mujeres y hombres. Donde una acción humana promueve vida antes que muerte y quiebra el sueño paralizante de la apatía, podemos percibir las sensaciones del Espíritu de la Verdad. Cuando se oyen los anhelos de grupos de ciudadanos que, a pesar de su debilidad, se empoderan como sociedad civil y reclaman democracia real e integral, está presente el Espíritu de la Verdad. Donde se abren corazones, casas, ciudades, países… para acoger a la humanidad desplazada, el Espíritu de la Verdad habita. Cuando se derriba un muro y se construye un puente, el Espíritu de la Verdad dibuja los planos. Allí…