SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
Por: Ascensión de Vicente. Vita et Pax. Pamplona
Textos Litúrgicos:
Hch 5, 12-16
Sal 117
Ap 1,9-11. 12-13, 17-19
Jn 20, 19-31
P A Z
“Si no lo veo no lo creo”
“El Señor ha Resucitado” Aleluya. Estamos celebrando la Pascua, la celebración de la Resurrección del Señor. Por lo cual se celebra toda la semana, en la que la liturgia nos ofrece los relatos de las diferentes apariciones de Jesús a los suyos.
Hoy nos encontramos con la figura de Tomás que se resiste a creer lo que le cuentan sus compañeros que habían visto al Señor: “Si no veo los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado no creo”.
Este texto nos trae al hoy varios puntos importantes para la reflexión: primero estaban con las puertas y ventanas cerradas por miedo a los judíos. Y segundo la incredulidad de Tomás.
Nosotros podemos vivir encerrados en nuestras propias convicciones sin tratar de abrir puertas que nos hagan ver la realidad, además sentimos miedo, muchos miedos de lo que lo demás nos puedan aportar, miedos a las diferencias de criterios, miedos a que nos perturben nuestra vida tranquila, miedos a las diferencias culturales, religiosas, pero para Jesús no hay obstáculos, “entró estando las puertas cerradas”.
El puede entrar en nuestro corazón cuando quiera y puede llenarnos de gozo y alegría, aún en medio de nuestras oscuridades, abriéndonos a las realidades de la vida, nos ayuda a salir de nuestra auto-referencialidad y conectar con la vida de los hombres y mujeres de hoy, con nuestras comunidades necesitadas de un vivir en la casa común, de nuestra sociedad, envuelta en violencias y guerras.
En cuanto a la incredulidad de Tomás, nosotros necesitamos signos para creer, pedimos explicaciones a lo que no podemos entender, no confiamos en los demás, y cuando aparece la luz, se nos van aclarando las cosas, pero nos cuesta ver la realidad: “El Señor ha Resucitado” Aleluya
Al fin podemos llegar a reconocer la verdad, y podremos decir y confesar “Señor mío y Dios mío” qué hermosa confesión y que alegría se siente, (podemos sentir) cuando reconocemos al Señor que va guiando nuestros pasos, sentimos la necesidad de abrir puertas y ventanas y así poder ver las llagas del mundo.
No podemos dejar de hacer mención de las otras dos lecturas; La de los Hechos de los Apóstoles nos muestra como los discípulos fueron capaces de ser testigos de lo vivido con Jesús. Este texto es una síntesis de lo que fue su vida, comunidad de amor, de compartir, la vida de oración y la fracción del pan, la Eucaristía. Es una invitación a vivirlo nosotros hoy.
Este libro que vamos a ir leyendo durante este tiempo de Pascua, nos relata los primeros pasos de la Iglesia primitiva, especialmente de Pablo, y nos ofrece posibilidades concretas para la vida actual, vivir según los parámetros que nos dejó Jesús y la importancia de la Evangelización, la universalidad de la Misión.
En la segunda lectura Pedro nos invita a vivir con gozo y alegría nuestra fe en El, que a pesar de las pruebas duras que nos toca vivir, respondamos con generosidad al mensaje que Jesús nos ha dejado; vivir en el amor y la PAZ el don precioso que tan pisoteado se encuentra en este momento de la historia.
Pidamos al Señor que nos ayude a ser verdaderos TESTIGOS de su mensaje.
“El Señor ha Resucitado” Aleluya