4º Domingo TO. Ciclo C
Por: Paky Lillo. Vita et Pax. Alicante
Jesús no se arrugó cuando nos dijo que traía un programa diseñado por su Padre: comenzar una nueva humanidad. Venía a iniciar un proyecto, el proyecto del Reino de Dios: un reinado donde los hombres pudieran encontrarse, como nos decía Pablo, en un único camino; en el sendero que traza la andadura en el AMOR: su práctica.
Qué diferentes son las llamadas de este Amigo que siempre nos sorprende y nos intuye. Todos coincidimos en algo: es Él el que nos llama. Es el “Rey de la Iniciativa, del Riesgo”. Jeremías debía de ser un hombre sosegado y así le entra Dios, desde la serenidad de su Palabra “Recibí esta palabra del Señor”. No es lo mismo en Pablo, donde Jesús se vio obligado a “parar su caballo, tirarlo a tierra y dejarlo ciego”. Establece con Jeremías una relación estrecha“yo te escogí, te consagré y te nombré profeta”, pero ABIERTA, es una relación encaminada a salir de nosotros mismos e ir hacia “los otros” y no a cualquier otro, se enfrentará a los poderosos.
¡¡Su llamada!! Cuantas veces, en mi vida cotidiana, echo mano de esos momentos para mirar desde lejos ese camino comenzado y comprobar que sigo sus huellas, que no me dejo llevar por la permisividad hacia mí misma, por el temor,…y que el amor sigue siendo mi premisa primera, cuántas veces concluyo pidiendo perdón por permitir que mis decisiones pasen por delante de las suyas… entre otras cosillas.
Y me consuela el saber que Dios me sostiene y que tras un reconocimiento, sabe que voy a volver a comenzar, ¡claro! a comenzar con todo. Pero su Espíritu estará en los próximos momentos con la misma calidez que estaba desde el principio. Y le digo: Jesús, que te siga siempre.
Nos habla Pablo en la carta a los corintios de campana ruidosa y platillos estridentes: “… si no tengo amor, no paso de ser una campana ruidosa o unos platillos estridentes”; estos días también podemos escucharlo en boca de nuestros políticos. Nosotros vivimos en ese camino hacia el amor fraterno, es el momento de acallar nuestros ruidos y hablar de JESÚS, de su camino, de nuestro camino. Momento de que nos conozcan por el interés sincero, efectivo y eficaz por el bien de los demás y ello arropado por el Amor, sin el Amor todo quehacer carece de valor. Con el Amor como motivación para “ser y estar” se llega a vivir la salvación, en muchas ocasiones lo hemos vivido, lo hemos palpado. En el Amor encuentras a todos los amigos, encuentras a nuestro Amigo.
Y llega Jesús a proclamar la Palabra en Isaías y se come el final “el día de la venganza de nuestro Dios”, en ocasiones nos quedamos con lo que nos interesa para nosotros mismo, para esos momentos que vivimos y nos vienen bien; pero Jesús no quería que ocurriera eso, los conocía y sabía que ese punto era el que más fuerza tenía para ellos. Jesús se queda con el año de gracia del Señor, PARA TODOS, porque somos TODOS DEL SEÑOR. Así lo recuerda Jesús cuando habla de la viuda de Sarepta, de Naamàn el Sirio.
Jesús quiere que dejemos de pensar en que Dios es Señor de un solo pueblo para que pasemos a pensar que es PADRE de TODOS. Y el pueblo se enfada con él, al igual que nosotros que a veces nos enfadamos con Dios, no por lo que creemos entender si no por lo que sentimos que no nos dice.
Lo estamos viendo en nuestra sociedad. No se confía en la actitud de diálogo, la actitud de conciliación, la escucha del otro, el silencio de tu palabra, la actitud de saber ceder…, ante esas actitudes surge en muchas ocasiones la decepción “así no vamos a conseguir nada…”. Pues Dios actúa bajo esas premisas de propuesta, oferta, conciliación y si fuera necesaria, la reconciliación, el acercamiento al otro, aunque se pierdan momentos y peldaños, y hacerlo como Jesús, SIN ARRUGARNOS.