Epifanía del Señor
Por: Paky Lillo. Vita et Pax. Alicante
Textos Litúrgicos:
Is 60, 1-6
Sal 71
Ef 3, 2-3. 5-6
Mt 2, 1-12
Hemos leído muchos mensajes, relatos y hemos visto muchas películas sobre el nacimiento de Jesús, ¿quizás es porque queremos entenderlo, imaginarlo, lograr convencer a nuestra razón de que realmente ha sucedido? Pues sí, es cierto, ha sucedido, aunque no sepamos cómo; pero el cómo nos lo cuentan es una escena creada, construida para que entendiéramos al mensajero, para explicar lo que significa la manifestación de Dios. La Epifanía, en una palabra.
Un niño nace en un pesebre, no hay sitio para él y sus padres se ven obligados a refugiarse en una cuadra y ¿Quién da calor a ese recién nacido, qué es lo que le sirve de colchón…? El calor lo recibe de unos animales, y su colchón: un montón de paja apilada… ¿Y quién le acoge? Le acoge en primer lugar los elementos de la propia Creación de Dios, la casa común que siempre entrega lo que tiene: Vida; y que realmente es quien nos cuida a todos nosotros, desde el principio de los tiempos. No ocurre a la inversa.
El que nace es la manifestación de Dios Padre-Madre y allí están los dos, representados por María y José, y se manifiesta en la fragilidad, qué hay más frágil que un bebé recién nacido. Y su ubicación la indica una Luz, no podía ser de otra manera, porque un mensaje tan crucial para la humanidad solo puede ser conocido “dando luz”, iluminando la vida.
Y esa Luz es para todas las criaturas que son capaces de verla, la ven los pastores, personas marginales que vivían en el campo, fuera de la ciudad y considerados ladrones y de mal vivir, pero la ven y son capaces de seguirla, qué pensarían que iban a encontrar, eran gente buscadora, pero ¿sabían que era lo que buscaban?.
También la siguen personas importantes de otros lugares que igualmente ven brillar la luz y deciden seguirla y por el camino se encuentran a otros que acuden a ese camino que marca la luz, sin embargo, en un momento determinado al pasar por Jerusalén dejan de verla, hay tinieblas; son otros sus intereses y estos nublan la visión de la luz, pero la constancia de las personas buscadoras les hace permanecer en el camino.
Y ante esa manifestación se juntan pobres y ricos, creencias distintas, color de piel diferentes, en un recinto propio para animales, sin dignidad, sin lujos, sin manjares…y le ofrecen lo que tienen y lo que son. Ante tal descubrimiento es inquietante sus respuestas. Acaso se quedan allí para disfrutar de lo que han descubierto. Pues no, su reacción es la de ponerse en marcha para contar lo que han vivido, el mensaje recibido y su incorporación a un proyecto: el de crear una humanidad basada en otros valores diferentes a los que vivían, una Humanidad que fortalece el Amor, la Concordia, la Igualdad, la Justicia.
Después de 2022 años seguimos reviviendo esa manifestación que nos han contado nuestros predecesores, los que lo vivieron y compartir la llegada del que sería el Mesías; Jesús. y a estas alturas aun no hemos llegado a conseguir el objetivo del proyecto de Dios: Querernos y esa es la manifestación que espera Dios de nosotros, que seamos capaces de ver la luz y de crear la luz que ilumina la Vida de los otros y manifiesta qué es lo más importante de la vida: Ser y hacer felices a los de tu alrededor.
Y que es en nuestra fragilidad donde encontramos esa fuerza de la vida, cuando somos capaces de llegar a ese rincón escondido de nosotros mismos, ese lugar que tiempo atrás decían los entendidos que debía de ser el lugar donde se encuentra nuestra alma, nuestra razón de ser, nuestro ser persona: nuestras entrañas de humanidad.