La Salvación es una “Gracia” de Dios

Domingo XXI del TO.
Por: Inés Escobar Calle. I.S.” Hogar de Nazaret”. Badajoz

Textos Litúrgicos:

Is 66, 18-21
Sal 116
Heb 12, 5-7. 11-13
Lc 13, 22-30

Estamos en el Domingo XXI del tiempo ordinario. La liturgia de la Palabra de hoy nos recuerda que todos, sin distinción, somos llamados a la salvación, porque ésta no depende de nuestros méritos sino solo de la bondad de Dios. Sin embargo, la salvación no es una imposición sino una opción personal: está a nuestro alcance, pero hay que ganársela día a día con esfuerzo, siendo constantes y perseverantes en el bien. Dios, como Buen Padre, nos va corrigiendo y orientando nuestras vidas hacia la salvación.

La pedagogía que Dios, Padre Bueno, utiliza para enseñarnos nos recuerda que, las dificultades que encontramos para vivir nuestra fe cristiana nos ayudan a sostenernos en los acontecimientos diarios. Es cierto que ninguna corrección causa alegría, sino más bien tristeza y desánimo, pero después produce, en los que la reciben, frutos de paz y de santidad. ¿No reprende un padre al hijo que ama cuando algo no va bien? “el Señor reprende a los que ama”.

En el evangelio de hoy Jesús nos deja claro que no es cuestión de número, sino que se trata de andar y cruzar el camino a un paso correcto y que “todos” podemos andarlo, pero este camino es estrecho, Jesús no quiere engañarnos, nos habla de “entrar por la puerta estrecha”. Nos dice las cosas como son, ¿en qué sentido? en el sentido de que para salvarse uno debe amar a Dios y al prójimo, y esto, ¡no es cómodo ni fácil en el mundo de hoy! Es una puerta estrecha porque es exigente, el amor es siempre exigente, requiere compromiso, más aun, esfuerzo, voluntad firme y perseverancia en vivir según el Evangelio.

La lectura de este evangelio plantea cuestiones muy importantes desde el punto de vista de la actitud cristiana, es una llamada a la radicalidad: “quien quiera salvarse debe vivir según la voluntad de Dios” pero… ¿Cuál es la voluntad de Dios en mi vida?

Jesús busca corazones ardientes, apasionados por Dios, por los demás con unas actitudes propias, no del “te doy para que me des” así el “dueño no me conoce”; te doy por puro amor que, no solo es cumplir los mandamientos de Dios, de la iglesia… ¿no hacia eso el joven rico y se marchó triste?, este evangelio pone de manifiesto que quizás estemos más interesados en nosotros mismos que en lo que Dios nos pide, de ahí que la puerta es estrecha… ¿Qué me pide hoy Dios?

No es asegurarnos la salvación a través de unas reglas fijas de comportamientos, no es cuestión de números, de legalidad sino de generosidad, de disponibilidad, de acogida, de amor a Dios y al otro. Hemos de aprender a recibir la salvación como una “gracia de Dios”, como un regalo, como un don de Dios Padre Bueno que nos ama y estar dispuestos a compartirlo con los demás con quienes nos rodean de cualquier raza y religión.

Hoy Jesús nos advierte que, aunque la salvación sea para todos, de nuestra parte se requieren constancia y perseverancia en el bien hacer y ser. Solo los que perseveren en el bien se sentaran a la mesa del Reino.

¡Animo y adelante!, la puerta es estrecha, pero todos los que tienen un corazón grande y libre para amar estamos llamados a entrar y gozar del Banquete del Reino.

Utilizamos cookies propias y de terceros, para realizar el análisis de la navegación de los usuarios. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso. Puedes cambiar la configuración u obtener más información aquí. ACEPTAR
Aviso de cookies
Translate »