Domingo de Resurrección
Por: Maite Menor Esteve. Vita et Pax. Guatemala
“Este el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”
Hoy es una día grande, tal vez el más grande que los y las seguidoras de Jesús podemos celebrar. La VIDA empuja con toda su fuerza y vitalidad, la LUZ vence las tinieblas y la oscuridad de nuestro mundo, la muerte no tiene la última palabra… ¡Cuánto está necesitado nuestro mundo de esta buena noticia! Hoy tenemos que estar radiantes, alegres, felices porque Dios, Padre y Madre, ha resucitado a Jesús. Dios resucitando a Jesús confirma su vida, su mensaje, su opción por los marginados y excluidos, y nos dice: así es como hay que vivir y actuar, pasar por la vida haciendo el bien, haciendo el bien cotidianamente, liberando a los que viven oprimidos por la angustia, la desesperación, la falta de oportunidades, la avaricia y el egoísmo, el sin sentido…
Hoy comienza el tiempo pascual, tiempo para profundizar, degustar y saborear el verdadero significado de la resurrección de Jesús. Hoy comienza el tiempo de la Ruah, ese Espíritu que impulsó, animó y fortaleció a Jesús a lo largo de su vida. Ese Espíritu que Jesús prometió que nos acompañaría a todos y todas los que creemos en Él. El Espíritu que dio fuerza y valor a los discípulos y discípulas para anunciar que Dios había resucitado a Jesús de entre los muertos. Este Espíritu que nos invita a seguir hoy anunciando que Jesús es el que Vive, el Viviente, como dice el Apocalipsis 1, 18: El viviente, el que era y el que es.
La tumba está vacía. Muerto el que es la Vida, triunfante se levanta. Resucitó de verás mi amor y mi esperanza. ¿Cómo sería nuestro mundo si las que decimos creer en Jesús viviéramos con este convencimiento? ¿Cómo sería nuestra vida si en los momentos difíciles, de dificultades, oscuridad, etc., viviéramos con esta certeza?
La experiencia de la resurrección nos invita a salir de nuestra zona de confort, de nuestras seguridades, comodidades y gritar con voz fuerte que Jesús está Vivo y camina con nosotras y nosotros. Hoy como a María de Magdala, Jesús nos dice: “ve y dile a mis hermanos…” No podemos quedarnos esta experiencia solo para nosotras, hemos de anunciar que Jesús ha resucitado, que la vida triunfa sobre la muerte y que los poderes de este mundo se acabarán.
Hoy, más que nunca, hemos de dejarnos impulsar por el Espíritu de Jesús resucitado y continuar trabajando y esforzándonos por la construcción de un mundo más justo, humano y digno para todos y todas. Hoy se nos invita a ser la levadura de un nuevo mundo donde la dignidad de las personas sea respetada, donde reconozcamos los derechos de todos y nos convirtamos en defensoras de los más vulnerables y excluidos.
Que en este tiempo pascual que comenzamos hoy, seamos sembradores y sembradoras de semillas de Reino.