Domingo de la Santísima Trinidad
Por: Ana Cristina Ocaña. I.S. Servi Trinitatis. Madrid
Textos Litúrgicos:
Prov 8, 22-31
Sal 8
Rm 5, 1-5
Jn 16, 12-15
En el evangelio de este domingo, el apóstol Juan nos recuerda las íntimas y largas conversaciones con Jesús: “muchas cosas me quedan por deciros”, que al principio nos pueden provocar cierto anhelo, ansiedad por saber más de los misterios del Reino, con esa curiosidad humana de conocer y controlar todo lo que nos rodea, impregnados de las cosas de este mundo, siempre veloz en el día a día, en las comunicaciones, en las relaciones…
Pero el mismo Jesús nos envía la calma, pues recordemos que los tiempos de Dios no corresponden a nuestros tiempos acelerados y ansiosos: el Espíritu estaba en la suave brisa, como decía el profeta Elías. Pues ese mismo Espíritu, el Espíritu de la verdad, es quien nos comunicará lo que está por venir. Una vez más Jesús nos anima a la confianza, a entender según el Espíritu, a discernir nuestro día a día bajo su mirada, no a entender lo que queremos entender, muchas veces fabricándonos nuestros propios conceptos de Dios y del mundo.
En el discernimiento permanente también está la confianza en Dios, sabiendo que en cada momento podemos recibir lo que nos conviene, lo que nos pide en cada situación, lo que Dios mismo nos está mostrando y anunciando: “Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.”
Y lo que tiene el Padre también es del Hijo, y el Espíritu lo comunica. Las tres divinas personas se nos comunican con un mismo sentimiento, con un mismo anuncio, con una misma intimidad, una única verdad plena. De este modo, cuando escuchamos al Espíritu, que está vivo en la Palabra, nos relacionamos con el Padre y así el misterio de la Trinidad abraza toda nuestra vida y todo nuestro ser cristiano.
Ante las dificultades, cansancios, problemas e inquietudes que no entiendes, acude al Espíritu de verdad, que ilumina y guía a la verdad completa. Pidamos un corazón sencillo, que aunque no entienda todo lo que hay a su alrededor y en su interior, siempre busque a Jesús, y siempre le pida su Espíritu de verdad. Confiemos.