12º Domingo del T.O. Ciclo B
Por: Chus Laveda. Vita et Pax. Guatemala
¿Por qué tenéis miedo?
Es la gran pregunta que hace Jesús a sus discípulos y que nos sigue haciendo a cada persona que quiere ser seguidora suya.
La situación que hoy vivimos, en cualquier parte del mundo, no es simple ni tranquilizadora. Hoy vivimos la injusticia, la insolidaridad, el sufrimiento y la violencia de tantas maneras. Hoy, esta es una realidad que nos llega a todas y todos.
Y la pregunta de Jesús descoloca. ¿Cómo no vamos a tener miedo, si sentimos amenazada la vida, no solo la nuestra si también la del planeta; sentimos inseguridad, nos hundimos de tantas maneras y en tantas realidades de la vida diaria; estamos perdiendo la confianza en los demás, se nos acaba la solidaridad y el abrir los brazos a los demás, por temor a ser golpeados por la misma violencia que a ellos les somete a situaciones amenazantes; la corrupción de tantos, acaba con nuestra estabilidad; los valores ya no forman parte de nuestro modo de vida… ¡Cómo no vamos a tener miedo!
Es una situación caótica la que hoy sufrimos y Jesús, parece que duerme. Dios guarda silencio y los más pequeños son los golpeados de siempre, los que se van hundiendo sin remedio.
¿Y nosotras/os? ¿También dormimos? Seguimos seguras/os en nuestra rutina diaria, pensando que todo ese mar revuelto no nos afecta, tranquilas/os en una vida mediocre, sin preocupaciones y con una conciencia vaga que nos permite descansar porque en nuestro entorno todo va bien. Estamos del lado de los buenos y nuestra fe, infantil, nos es suficiente y no golpea nuestra conciencia. Podemos descansar tranquilas/os.
Jesús duerme, no parece inquietarle la situación, su corazón está en paz. Por eso puede estar en medio de la tempestad sin miedos. No duda que el Padre está con él en todo, también en el conflicto y la inseguridad de lo cotidiano. Jesús sabe que el amor incondicional de su Padre no lo abandona a su suerte, sino que está con él sosteniéndolo y acompañándolo por el camino del bien, aunque lo que aparece es un mar de fondo, tormentoso y lleno de peligros. Jesús descansa en la confianza del Padre, duerme en paz.
Somos nosotras/nos los que no podemos dormir, descansar en su paz. Nos asusta el riesgo porque hemos perdido la confianza en Jesús que siempre acompaña nuestra andadura. Nos es más fácil pedir ayuda que arriesgar la vida, sabiendo que no estamos solas/os en la tormenta, la dificultad; nos da miedo asumir la responsabilidad que significa estar del lado de los pobres, los excluidos, los que sufren violencia por su religión, orientación sexual, etnia, etc. Por eso reclamamos: “Maestro, ¿ no te importa que nos hundamos?
¿Será nuestra iglesia, nuestras comunidades, grupos de personas que viven “dormidas” en su fe cómoda, infantil, pero que no arriesgan su vida dando testimonio de la fuerza y esperanza en Jesús que nos interpela a no tener miedo?
No se trata de decir ingenuamente que no pasa nada, sino de tener la certeza de que no estamos solas/os en esta aventura de sostener la vida, empujar el bien y abrazarnos en la tarea de llevar adelante el proyecto fraterna del Padre.
Escuchemos las palabras de Jesús: ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?
Es como decirnos, a qué tenéis miedo si yo estoy con vosotros/as?
Él hace su tarea, con su paz calma el viento y la tempestad. Y nos invita a confiar y a hacer su misma tarea: Animar a otras/os a recuperar la esperanza, la confianza en que el bien es más grande que el mal, que el Reino empuja hacia la Vida y que otro modo de entender la vida, las relaciones con el planeta y con los demás es posible.
Tampoco la tormenta, tiene la última palabra. Así nos lo enseña Jesús.