5º Domingo de Cuaresma, Ciclo B
Por:Concepción Ruiz Rodríguez. Mujeres y Teología. Ciudad Real
Celebramos el V domingo de cuaresma. Cerca de la muerte y resurrección del Señor las lecturas nos urgen a la reconciliación con el Padre/Madre y al seguimiento de Jesús.
En la primera lectura el profeta Jeremías nos muestra cómo Dios anuncia una nueva alianza, un nuevo pacto con Israel y Judá. Proclama un tiempo nuevo en la relación de Dios con las personas. Lejos está el Dios vengativo y castigador. Su ley, EL AMOR, está grabada en nuestro ser. Ya no tendrá en cuenta nuestras faltas porque nos ama, acoge y no se cansa de ofrecernos su abrazo generoso.
El salmo 50 es un cántico al deseo ardiente de volver a Dios y reconciliarse con Él, de vivir en su presencia. Queremos estar cerca de Él, sentirnos habitados/as por su espíritu. Sentir, de nuevo, la alegría del perdón, la fuerza, la frescura y el empuje de su espíritu. Este gozo no podremos callarlo, tendremos que transmitirlo, anunciarlo al mundo.
El evangelio de San Juan nos traza la clave del seguimiento de Jesús. Es una lección opuesta a lo que la sociedad de hoy nos propone.
La fama de Jesús se extendía y también los griegos querían verlo y conocerlo. Nosotros ya lo conocemos, sabemos de su vida y su mensaje. Pero hoy las palabras del maestro son rotundas y radicales “el grano de trigo seguirá siendo un único grano, a no ser que caiga dentro de la tierra y muera…”.
Cubiertos de un barniz de religiosidad vivimos muchos cristianos y cristianas sumidos en las rutinas, atrapados por las preocupaciones cotidianas, por las prisas que la sociedad nos impone, por salvaguardar el bienestar personal y nos olvidamos de priorizar en nuestras vidas la relación con Jesús de Nazaret, desde la oración, la Eucaristía. Dejamos para el final ese encuentro personal con Él que nos nutre y nos sostiene. Encuentro que conduce al compromiso con los hermanos y hermanas.
Pero cada día es nuevo, cada día es una ocasión para recomenzar, para pedir con fuerza cambiar desde dentro, para ir quitando ese barniz que nos estorba e ir poniendo más verdad y sinceridad en nuestras vidas. Cada día es una ocasión para recuperar el abrazo generoso del Padre.
Queremos seguirte con humildad, desde las dudas, inseguridades, con sinceridad de corazón. Tú también tuviste horas bajas, momentos de crisis y vacilación.
Danos lucidez para hacer real en nuestras vidas el proyecto que tienes pensado para cada una y cada uno de nosotros.
Que el amor que has puesto en nuestros corazones se manifieste en misericordia y generosidad hacia nuestros hermanos y hermanas.
Que nuestras vidas sean signos de Pascua, signos de vida, signos de esperanza y resurrección en el mundo.