Seréis mis testigos

seres mis testigos

Domingo XXX del TO
Por: Ascensión de Vicente. Vita et Pax. Pamplona

Textos Litúrgicos:

Eclo 35, 12-14. 16-19
Sal 33
2Tim 4, 6-8. 16-18
Lc 18, 9-14

Día del DOMUND “Seréis mis testigos”

Jesús encomienda a sus discípulos la tarea de la Evangelización. Los discípulos reciben la misión de dar testimonio de Jesús, en todos los lugares de la tierra con la fuerza del Espíritu Santo.

“Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás, soy  un buen cristiano” Con este mensaje que hoy se nos propone como reflexión en el  domingo XXX del año litúrgico, es muy profundo e importante. Cómo me siento yo ante el Señor, cómo me presento ante Él.

La parábola de Jesús es muy clara. Dos hombres subieron al templo  a orar,  uno era fariseo, el otro publicano. Las actitudes de los dos son  completamente dispares. Te doy gracias Señor, porque no soy como los demás, ladrones, injustos, adúlteros, el otro oraba así; Oh Dios ten compasión de mi que soy un pobre pecador.

Dos actitudes que pueden estar muy presentes en nuestras vidas, en mi vida.

¿Cómo me siento yo ante Dios?
¿Cómo me siento ante los demás?
¿Cómo es mi oración?

Puedo decir, Señor, soy una buena cristiana/o, voy a misa todos los días o todos los domingos, doy limosna, acompaño a la gente necesitada, ya ves Señor que buena/o soy. Te doy gracias por ello.

En cambio otra de las actitudes que puedo tener ante el Señor, es la de reconocer mi pequeñez, la necesidad que tengo de Él, reconocer mis limitaciones y pedirle perdón.

Jesús concluye la parábola diciendo. Este bajó a su casa justificado y el fariseo no. Hermosa conclusión para cada uno de nosotros.

Los cristianos podemos sentirnos los mejores, porque cumplimos con lo que Dios nos manda, rezamos, somos solidarios con los que tienen menos, pero, a veces, dejamos de lado a tantas personas de buena voluntad que viven estos valores tan bien o mejor que nosotros, valores de responsabilidad en el trabajo, en la familia, de solidaridad, que luchan por la justicia, la igualdad entre todos los seres humanos. Y sin embargo son cristianos anónimos.

Este texto evangélico nos invita a valorar a los demás en todo lo bueno que tienen y viven, en cómo nosotros, los creyentes, debemos sentirnos pobres y humildes, necesitados de la ayuda del Señor, y presentarnos ante El como el publicano, Señor ten piedad de mi, esta debe ser nuestra oración.

La 1ª lectura del libro del Eclesiástico nos da las pautas sobre las actitudes que debemos tener ante el Señor, y cómo el Señor responde a ellas, sin acepción de personas, no cuenta el prestigio que pueden tener. La oración del humilde atraviesa las nubes. Es una invitación a lo que Jesús nos quiere decir en la parábola.

En la segunda lectura tomada de la carta a Timoteo, Pablo siente que su final ha llegado y reconoce ante el Señor todo lo que ha hecho y vivido. Ojalá nosotros podamos decir lo mismo “He combatido el noble combate he terminado mi carrera, he conservado la fe”

Señor, ayúdanos a vivir como personas que reconocen con sencillez y humildad su actitud  ante Ti

Ayúdanos también a ser tus testigos,  donde quiera que nos encontremos, en la realidad de cada día, sin olvidar a los que evangelizan en lugares difíciles y lejanos, las Misioneras/os.

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