“Tomad y comed… tomad y bebed… haced esto…”

Tomad y comer..

Por: Sagrario Olza. Vita et Pax. Pamplona

En este domingo siguiente al de la Santísima Trinidad celebramos la “Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor”. Este día está inseparablemente unido al Jueves Santo, en el que conmemoramos la entrega de Jesús, invitando a los suyos a recordar y revivir siempre ese momento definitivo suyo en  fidelidad a su Misión: dar su vida por amor. “Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos” (Juan, 15,13).

Jesús no recomienda solamente rememorar aquella Cena de despedida sino que  da una pauta de vida a los que le acompañaban en aquellos momentos y a los seguidores de todos los tiempos: “Haced esto”.

“Haced esto”  supone asumir su actitud de entrega por amor.  “Tomad y comed” su Cuerpo, “Tomad y bebed” su Sangre es alimentarnos de Él, para transformarnos en Él: asumir sus actitudes y revivir su entrega. Alimentarnos de Él para transformarnos en Él no es cosa de un día, es un proceso que nos debe llevar a pensar como Él, sentir como Él y vivir como Él.

Jesús vivió totalmente entregado a cumplir la voluntad del Padre. “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas… Aquí estoy para hacer tu voluntad” (Salmo 39). Y la voluntad del Padre siempre  le manifestó que su vida fuera una entrega a sus hermanos.  Y éste fue su legado: “Haced esto en conmemoración mía”.

En la vida ordinaria  los alimentos que comemos los asimilamos y se transforman en nuestra propia vida, en nuestro ser. Aquí ocurre lo contrario. En la Eucaristía Jesús es nuestro Alimento pero Él también nos asimila, nos transforma, nos va haciendo como  Él.  (Si nos dejamos, si somos conscientes de lo que supone participar en la Eucaristía…).

Uno de los Himnos de la Liturgia de las Horas de esta Solemnidad refleja bien lo fundamental de esta celebración y su relación con el Jueves Santo:

Oveja perdida, ven, /sobre mis hombros, que hoy /
no sólo tu Pastor soy / sino tu pasto también.

        Por descubrirte mejor / cuando balabas perdida /

        dejé en un árbol la vida / donde me subió el amor; /

        si prenda quieres mayor / mis obras hoy te la den.

                 Pasto, al fin, hoy tuyo hecho, / ¿cuál dará mayor asombro, /

               o el traerte yo en el hombro / o el traerme tú en el pecho? /

                  Prendas son de amor estrecho / que aún los más ciegos las ven.

Señor Jesús: Tú, que me alimentas, transforma poco a poco mi vida en la Tuya.  Que mi participación en la Eucaristía no sea una rutina. Ya sé que yo he de ser consciente de ello. ¡Ayúdame!

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