Tu Espíritu nos alienta y nos impulsa

Tu Espíritu nos alienta

Por: Mª Carmen Nieto León. Mujeres y Teología. Ciudad Real

Pentecostés, Ciclo B

Este domingo celebramos el envío y se nos recuerda que creer en el Espíritu de Dios no es quedarse quieta y esperar a que el Amor de Dios se instaure como por arte de magia. Dios nos manda su aliento para llenarnos de fuerzas, para impulsarnos a construir, entre todos y todas, su Reino de Amor. Muchas somos las personas que nos decimos cristianas, y muchos son los carismas y los dones que nos regala el Señor, es decir, tenemos muchos medios para salir al mundo, para salir al encuentro de nuestros hermanos y hermanas y, especialmente al encuentro de las personas que sufren.

Jesús se hace presente a sus discípulos, a pesar de que estos están escondidos y encerrados con llave, muertos de miedo, sin saber como enfrentarse al mundo sin su pastor, se sienten solos, tristes, asustados, pero Dios no les deja solos, no nos deja solos. A través de su Espíritu nos hace sentir que aunque la tarea sea mucha y con mucho riesgo, Él siempre estará con nosotros y nosotras, por lo tanto ¿qué hemos de temer?

Hoy, el mundo nos llama, y el Señor nos envía con fuerza. Hoy el mundo sufre; hay casi seis millones de personas que sufren paro, donde la mayoría son mujeres y jóvenes. Hoy se están recortando muchos derechos por los que han luchado miles de personas a lo largo de la historia. Hoy el primer mundo explota sin piedad al tercero. Hoy se destina dinero a salvar las economías del mundo y no a las personas. Hoy se potencia la libre circulación de mercancías y no se defiende la libre circulación de los ciudadanos, especialmente de los países empobrecidos.

Ante todo este dolor, hoy nos envía el Señor con más fuerza que nunca, nos envía a denunciar las injusticias que vemos cada día: familias que se quedan en la calle porque no pueden pagar la hipoteca, jóvenes que no van a poder estudiar por falta de medios, personas que no tienen qué comer porque están en el paro y ya han agotado todas las ayudas, enfermos que tienen que esperar y esperar hasta que les den una cita con los especialistas, jóvenes que sufren de adicciones y no pueden ser tratados porque se recortan los servicios y las prestaciones para ellos, personas en situación de sin hogar que no cuentan con recursos donde se les escuche, se les valore, se les reconozca su dignidad de hijos e hijas de Dios, a pesar de su situación.

Pues eso, que hoy nos envía el Señor al mundo, a construir su Reino de Amor, pero no nos envía en soledad, Él, a través de su Espíritu, está con nosotros y nosotras y nos hace perder el miedo, nos hace sentir confianza y esperanza que hemos de transmitir a los que nos rodean, nos hace sentir que su Amor es tan grande que no podemos temer nada. Y nos llena de fuerza y de un amor que te sitúa en el plano de la Justicia y que te hace gritar que el mundo no está bien, que las personas no están bien y que eso no es normal. Que no es normal la situación que estamos viviendo, y que no es normal que los gobiernos, sean del color que sean, y sus políticas, no pongan por encima de todo a las personas, a su bien estar. Los gobiernos tienen la obligación de cuidar de los ciudadanos, de gestionar el dinero que les damos, a través de los impuestos, para que todos podamos vivir dignamente. Y eso no se está haciendo. Y eso no es normal. No podemos vivir estas situaciones con normalidad.

Hagamos caso a la invitación del Señor y salgamos a las calles a gritar que otra forma de vida es posible, que el Reino de Dios es posible y hagámoslo sabiendo que su Espíritu nos alienta y nos impulsa.

 Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.    

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