Una Intuición desde lo Hondo de mi Fe

desde lo hondo de mi fe

Domino II después de Navidad.
Por: Toni Tatay Nieto. Parroq. S Fco. Sales. Elda (Alicante)
Secretariado D. Justicia y Paz.

Textos Litúrgicos:

Eclo 24, 1-2. 8-12.
Sal 147
Ef 1, 3-6. 15-18.
Jn 1, 1-18.

De nuevo el Evangelio de este domingo me sorprende. Supongo que me faltan conocimientos teológicos para terminar de entender lo que propone. Sin embargo, sí intuyo algunas cosas que se encuentran en lo medular y más hondo de mi fe.

La primera lectura parece un texto sacerdotal y, entre otros, nos dice “desde el principio, antes de los siglos, me creó y nunca jamás dejaré de existir”. Está dirigida a todos y todas como pueblo de Dios y como sacerdotes por el bautismo que somos sin exclusiones. El Señor es quien nos ha creado y nos ha dado la vida y por ello nunca dejaremos de existir ya que la fe en Dios nos supone una vida eterna. Es difícil de creer, es verdad, pero ésta es la fe de los cristianos, la que nos impulsa como hijos e hijas de Dios. Esa fue la fe de los primeros cristianos.

También la segunda lectura insiste en la idea. “Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por amor”. De nuevo es Dios, el Señor, quien misteriosamente nos elige, no dependiendo tanto de nosotros y sin saber muy bien porqué. Y esa elección es precisamente, intuyo, para ser “santos e intachables ante él por amor”, o al menos para intentarlo. Esto es, para luchar por el bien común de todos los hermanos y hermanas y por un mundo más justo, fraterno y solidario.

Por último, el Evangelio de Juan. “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios” y, posteriormente… “pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre”. Dios no se impone, se propone. Dios invita y “cuantos lo reciben” tienen el poder de ser hijos de Dios. Los cristianos somos pues invitados a creer que la Buena Noticia del Evangelio y nuestro “poder” paradójicamente es un “poder desde abajo”, en contracorriente con los valores del mundo, y desde los valores del respeto y cuidado de la creación que nos ha sido encomendada y del respeto y cuidado del resto de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más frágiles y necesitados

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